El Perfume
Mi padre, desde que me acuerdo... olía delicioso.
Todos los días repetía ese rito infinito. Mientras yo lo observaba (cuando podía). Lo miraba con detención, embobada... A veces, cuando le daba besos en sus mejillas sentía como mis labios se llenaban de su aroma por un rato.
Mi papá no era un hombre de dinero. Todo lo que ganaba era para la casa, sus hijos, el diario, las revistas (era cliente frecuente del quiosco de la plaza, donde compraba y pagaba a fin de mes), los libros, sus gastos, la fruta... y la bebida (vino para él, bebidas para sus hijos).
El perfume era algo casi imprescindible. Así como su corbata. Siempre andaba arregladito. En las celebraciones su corbata era infaltable. No como ahora que la vida se ha vuelto más sport.
No sé si sus fragancias serían perfumes finos en ese tiempo. Pero a mi me gustaba tomar entre mis manos sus frascos de colonia. Tenía un embudito en miniatura con el que traspasaba el perfume a otro frasquito. Las fragancias que recuerdo que usaba eran el Flaño, Old Spice y Lancaster.
Me encantaba el olor del Flaño. Al extremo que cuando iba a la escuela, primero pasaba por donde estaba su frasco de colonia. Sacaba la tapa, ponía mi dedo en el agujero, lo volteaba y esparcía su humedad en mi dedo, luego lo pasaba por detrás de mis orejas. No me importaba que fuese una fragancia de hombre. Yo era feliz llevándome su olor. Hasta me sentía “matadora” en el colegio, como si la fragancia me diera personalidad e individualidad.
El olfato es mi sentido más desarrollado. Soy capaz de identificar los aromas. Cuando pasa una mujer por mi lado y siento alguna fragancia que ya he usado la puedo identificar al momento. En la cocina también logro identificar las especias y las hierbas aromáticas. Puedo descubrir cuando un dulce lleva vainilla, levadura, ralladura de naranjas, anís, esencia de almendras, etc.
Me siento identificada con el protagonista de la película “El Perfume”, al igual que él, yo también soy capaz de detectar olores. Y por lo mismo, como está desarrollado mi olfato es que caigo rendida ante una buena fragancia. Es fácil conquistarme por el olfato. Un hombre que huele delicioso es mi perdición.
Esta misma tendencia por los olores me ha hecho una fanática de los perfumes. He probado muchos. Y siempre tengo más de un frasco abierto. El problema es que nunca se me identificará con uno en especial (y eso es malo, creo yo, porque no tengo mi sello personal), No puedo evitarlo. Cuando me acostumbro a una fragancia me cambio... y así los voy rotando. Tengo un “Envy” de Gucci, “Week End” de Burberrys, “Baby Doll” de Yves Saint Laurent, y el último que me compré “Pure Purple” de Hugo Boss (el que más uso actualmente).
Como me gustan los perfumes yo regalo perfumes. A mi tía le he regalado Anais, Gyvenchi, Lancome, etc. y al Ivancito en la Navidad ante pasada le regalé un Hugo Boss (él sí que es constante, siempre la misma línea). A mis amigas les he regalado perfumes y a mi amiga secreta también. Tratándose de perfumes no escatimo en gastos. Me gustan originales, nada de imitaciones. En fin, no hay como regalar o recibir de regalo un perfume (pero de los buenos), aunque en gustos no hay nada escrito. Y en eso también soy refinada. Cualquier cosa conmigo no.