Un Año Nuevo diferente

Este año nuevo prometía ser diferente. Mi prima Massiel nos invitó a pasarlo en su casa. Pero nosotros no quisimos ir. Por lo tanto, lo pasaríamos solitos los tres en casa de mi tía.

Como al otro día venía mi hermano Héctor con su familia de Talca, fuimos a hacer las compras con mi tía al Jumbo. Yo le había prometido comprar una torta. Pues es tradición de la familia tener torta las Pascuas, Años Nuevos, 18 de Septiembre y otras festividades. Siempre las hacía yo. Pero desde que me cambié a mi casa, ha sido un caos hacer las tortas. La batidora de mi tía no me gusta, no me acomoda, entonces tengo que cargar mi batidora, mis moldes y otros utensilios para cumplir con mi labor. Estoy aburrida por lo demás de andar cargada como burro. Así que mejor le dije que le compraría una torta. Aparte de eso, otras veces, yo le daba plata de mi aguinaldo. Este año (por las vacas re flacas – más flacas que las veces anteriores), mi tía no me aceptó lo que le quise ofrecer. Parece que tampoco fui muy convincente con mi ofrecimiento como otras veces. El caso es que, mejor compré, con mi tarjetita Paris y así colaboré con la celebración. Me encargué de comprar las papas fritas Pingles (de queso y ají), el maní salado que me encanta, unos pistachos que también me gustan mucho, la torta, una tabla de quesos de esa de Quillayes (azul), soufflés de queso y mi tía compró las aceitunas rellenas, de anchoas, gamba y ají.

La verdad no estaba muy convencida que lo pasaríamos bien tan solitos. Hace años que no la pasamos solos.

Aproximadamente a las ocho de la noche llamó mi prima Marcia (que vive en la otra cuadra y que nosotros habíamos invitado a pasar la fiesta con nosotros la semana anterior). Ella tenía que trabajar el primero en turno de ocho, por lo tanto, no iría a pasar la fiesta con su hermana Massiel, que vive más lejos que yo, que vivo en Quilicura.

Me estaba arreglando en mi dormitorio cuando pasó Iván que salía de la ducha, entonces le dije: “Hermano, ya me eché el diente de ajo en la chauchera, ésta vez no voy a hacer ninguna cábala de mierda!” jajaja. Iván se reía porque igual tenía mi ajo en la cartera (eso es símbolo de dinero (dicen), el ajo a veces me ha brotado y he tenido plata... otras veces se ha mantenido casi intacto, un poco seco nada más... pero hay otras veces en que se ha encogido, y ése ha sido el año más apretado en cuanto a dinero. Es la única cábala en la que creo.

Así pues, llegó la Marcia con su marido (Jorge) y su hijo (Alejandro, alias el Tato).

Nada hacía presagiar aún, que este año nuevo sería diferente. Cenamos tranquilamente. Mi tía hizo como siempre una pechuga de pavo al horno con panceta. Y yo compré las papas duquesa preparadas para acompañar el pavo. Nunca habíamos comprado de esas papas. En casa de mi prima siempre las habíamos comido. Y a mi me gustan mucho la verdad.

Antes de la medianoche ya habíamos cenado. La radio anunciaba que faltaban pocos minutos para las doce. Nos paramos de la mesa, dispuestos a prepararnos para los abrazos. Tomamos los doce granos de uva para la abundancia. Cinco... cuatro... tres... dos... uno... ¡¡¡Feliz Año nuevo!!! Iván nos tomó a las dos, a mi tía y a mi y nos dimos un abrazo triple, igual que el de Marcia con su marido e hijo. Antes de que Iván nos soltara PAF!!! Se cortó la luz. Nos reímos y reclamamos por cierto. Le di el abrazo a los demás a oscuras, comimos las lentejas a oscuras, descorchamos las botellas de champagne a oscuras... saqué a oscuras las copas que teníamos sobre la mesa. En eso Iván dice: “¡Oh! ¡Nos embarraron el Himno Nacional!”, “cantémoslo nosotros poh” dijo Jorge. Y aquí viene lo diferente. Estábamos los seis enfiladitos cantando nuestro Himno Nacional a capela... “Puro Chile es tu cielo azulado, puras brisas te cruzan también. Y tu campo de flores bordado, es la copia feliz del edén. Majestuosa es la blanca montaña, que te dio por baluarte el señor. Y ese mar que tranquilo te baña, te promete el futuro esplendor. Dulce patria, recibe los votos, con que Chile en tus aras juró, que o la tumba serás de los libres o el asilo contra la opresión”. El Tato, dirigió la orquesta magistralmente. Y nosotros entonamos orgullosamente nuestro Himno.

Luego brindamos y después fuimos a la calle a ver qué pasaba. Estaba todo el sector sin luz. Escuchábamos fuegos artificiales en algún lugar pero no se veían. La luz volvió a los 20 minutos aproximadamente, así que ahí seguimos comiendo y degustamos el postre que ideó Iván. Picamos frutas en una copa (frutillas, melón tuna, uvas y duraznos en conserva), y la cubrimos con jalea de piña. Cuando cuajó le pusimos otra capa de jalea de naranjas y cuando volvió a cuajar y al momento de servir, le pusimos helado de mora crema y una guinda de adorno. Estaba delicioso y refrescante.

Así continuamos la velada hasta que Marcia se tuvo que ir pues debía levantarse muy temprano. Nosotros también nos fuimos a acostar pues había mucho que afanar al día siguiente, no sin antes dejar toda la loza lavada y la mesa ordenada.

Comenzamos así un año nuevo diferente, así que ¡¡¡Salud para todos!!! (no es que esté brindando, sino que deseo para todos ustedes que tengan buena salud, porque con salud hay trabajo, y con trabajo hay dinero y con dinero somos felices – aunque digan algunos que no).

¡¡¡SALUD!!! (este sí que es brindis) ¡FELIZ 2008!

Foto: Mi tía, el Tato e Iván.