lunes, septiembre 29, 2008

El viaje de Krypto

El presente post iba a ser acerca de mi viaje a Coquimbo, donde pasé por segunda vez las Fiestas Patrias. Iba a publicar imágenes. Iba a mostrar flores, paisajes... la playa. Pero un hecho vino a cambiar el curso de las cosas.

Hay personas que no leen. No es, que no lean libros, sino que no leen instrucciones. No leen recomendaciones, ni indicaciones que traen las cajas, los envases, etc. Muchas de esas personas tampoco razonan y actúan a tontas y a locas.

Hace un tiempo conté una historia ¿recuerdan a Krypto de Kryptón? ¿recuerdan cómo llegó a casa? Krypto es un gatito romano naranja que llegó con su pancita rota un día domingo. Cuando vio a mi tía desde el tejado supo que era su mamá y se instaló en casa de mi tía ganando privilegios. Desplazando a Rayito. Él era el rey, y se le compró una cunita para que durmiera, en donde dormía a pata suelta casi todo el día. Cuando yo iba a visitarlos, él estaba raja durmiendo. Yo subía al segundo piso donde estaba su cama para regalonearlo. Es un gato muy pero muy habiloso y vivaracho. Sus amigos-vecinos-gatos iban a jugar con él todos los días, y él les convidaba de su alimento como si fueran sus hermanos. Algunos hasta lo acompañaban en el segundo piso a la hora de dormir. Su plato de comida siempre estaba lleno para él y sus amigos.

Para ser un gato macho, salió súper cazador. Por lo general son las hembras mejores cazadoras. Los gatos son flojos, apenas les da pa langüetearse y lavarse. Siempre están sucios y en época de celo hediondos a orín (de gato alzao). Krypto, el cazador, llegaba a diario con ratones, lauchas, gorriones y un día llegó con una tortolita que le quité del hocico.

Un día mi tía dijo: “Iván, el Krypto está enfermo, se lo lleva en el segundo piso, y no baja ni a comer”, cosa curiosa porque se lo pasa comiendo (igual que sus dueños jejeje). Cuando Iván subió a ver a Krypto y lo vio tan quietecito mirando debajo del sillón, le extrañó la posición en que estaba y pensando que debajo había alguna pelota o juguete que trajera para divertirse, levantó el sillón, y antes de que se diera cuenta saltó Krypto más rápido que el rayo a cazar una pequeña laucha que había traído para jugar. Los gatos juegan con su presa antes de echársela al buche, y Krypto frecuentemente llegaba con ratones VIVOS.

Él vivía feliz y contento, todos lo querían, hasta Rayito que al principio fue reticente. Todos acariciaban a Krypto, pues su pelito corto, era suave, sedoso y brillante. Él se dejaba querer y ronroneaba y se cariñoseaba en las canillas de uno. Mi tía babeaba por él, pues era como su niño juguetón.

En el vecindario hay muchos ratones. Los sitios y las casas son grandes y la gente cachuréa en vez de botar lo que no sirve, pero no importa... también hay hartos gatos que mantienen a raya a los ratones.

Una mano siniestra... inconsciente, ignorante, indolente y egoísta, no leyó las instrucciones del envase y sacó el veneno para ratas y lo puso descuidadamente sobre el tejado, sin importarle quien podría comerlo. La vecina, ya llevaba tres víctimas fatales (El Cobreloa, el gatito Romano y la gatita blanca).

Cuando llegamos de Coquimbo el domingo 21, Krypto no estaba en la casa. Lo llamamos ansiosos por todas partes, hasta que él llegó corriendo con su cola parada a saludarnos. Estaba tan contento con la llegada de sus papitos que andaba a la siga de mi tía como un perrito faldero. Hasta en mi cama se acostó, pero tuve que sacarlo porque es inquieto. El lunes por la mañana, cuando me venía al trabajo lo fui a saludar a su camita. Le hice cariño y le besé su cabecita rubia. Nunca pensé que sería mi despedida. El martes... mi tía me llamó muy temprano, cosa curiosa, pues nunca llamaba a esa hora. Algo había pasado.

A las cuatro de la mañana se levantaron a ver a Krypto que vomitaba, le dolía su pancita... a las seis de la mañana dejó de existir.

¡Por culpa de un miserable!, un maldito que puso el veneno y nuestro gatito y los de los vecinos lo comieron.

Mi tía lloró por su gato (ella nunca llora). Tuvo que hacer un hoyito en el patio para darle sepultura. ¿Cómo saber de quién es la maldita mano que ha hecho llorar a mi tía? ¿cómo saber qué persona indolente ha causado tanta desgracia en los corazones de las personas? ¿Porqué tiene que haber tanta maldad y tanto desapego y desprecio por las mascotas? ¡Maldita persona!, ojalá Diosito le traiga desgracias, quizá, ya se las trae y por eso actúa así.

Krypto se robó el corazón de todos. Lo único que nos consuela es saber que al menos, tuvo una vida feliz, a pesar del abandono de su niñez. Desde que llegó a la casa tuvo amor, preocupación de sus papis, le curaron sus heridas, tuvo amigos, comió con avidez y todos lo regalonearon. Feliz viaje mi querido Krypto, estas lágrimas, son para ti... (confieso que cuando lo escribí, se me cayeron las lágrimas).

martes, septiembre 16, 2008

Los Ángeles Negros

El sábado recién pasado, en TVN exhibieron un programa dedicado a Los Ángeles Negros. Me ganaron el quien vive, pues yo también quería hablar de ellos. Ahí vi una imagen del disco que está en la casa de mi tía. No sé en qué año los conocí. No me acuerdo cuando los escuché por primera vez, pero debe haber sido en mi época de liceana por allá por los años 80. Tampoco es que los conociera porque los haya escuchado en las radios, sino que todo nació en nuestro afán de escuchar todos los discos que habían en la casa, los 45, los 78 y los 33 ½. Cuando los tres hermanos aseábamos la casa poníamos uno a uno los discos en el viejo equipo Rising.

La afición por los discos era de mi papá quien tenía un tocadiscos al que le sacaba el jugo los fines de semana. La música era muy variada: Twist, Rock and Roll, Tangos, Valses Peruanos, hasta había un disco de marchas militares. En el tocadiscos sonaban las voces de Brenda Lee, Bill Haley, Lorenzo Valderrama, La Sonora Palacios, Raphael, Los Vargas, Doris Day, Enrique Guzmán, Pérez Prado… y sonaba también la Orquesta de Pee Wee Hunt y la Pérgola de las Flores. Toda esa música era de la colección de mi taitita y mi tía. Y nosotros los poníamos en el tocadiscos pacientemente mientras realizábamos nuestras labores de limpieza. El disco “Y volveré” llegó a la casa como un regalo para mi tía que era seguidora de ellos. Aquel vinilo estaba guardado entre los otros discos como un gran tesoro escondido. Y nosotros lo encontramos. Yo me enamoré de ellos… me enamoré de la voz de Germaín de la Fuente.

Los Ángeles Negros me encantaron y como la palabra lo indica este “encantamiento” ha perdurado por más de 20 años. Años en los cuales he escuchado sus canciones día tras día.

En el programa de TVN tocaron el principio de una canción que no está en los cds que hoy se encuentran a la venta en Chile. Al escuchar un pedacito de la letra me puse a cantarla como lo hacía en aquellos años “No no te vayas, intenté implorar, ni un ademán tampoco un simple adiós. Mis labios se quedaron fríos sin un reproche sin voz… mi orgullo herido te dejó marchar, de mi querer ya no sabrás jamás” me sorprendí a mi misma al recordar una canción que creí olvidada en el tiempo, era como despertar en otra época y cantar esas canciones, porque no es sólo escuchar a Los Ángeles Negros, sino que es CANTAR a Los Ángeles Negros.

Un día el Ivancito me contó que se había comprado un cd que encontró en la Feria del Disco. Era un “triple” titulado “A través de los años”, venían 60 canciones, y junto a ellas un DVD. Cuando los fui a visitar un fin de semana nos pusimos a ver el DVD con Iván. Yo en mi fascinación escuché a los otros ángeles, los Mexicanos. En el programa de televisión me enteré que existen muchos ángeles negros que se fueron formando con los integrantes que una vez compusieron el grupo. Entre ésos están los Mexicanos que sólo tienen un integrante de la banda original. Esas canciones (las últimas que grabaron) las escucho hace poco, hace poco que me las he ido aprendiendo y las disfruté con gran placer cuando vi el DVD. Pero sentí ese placer culpable ridículo que siente la gente cuando no quiere reconocer su sensibilidad, su debilidad por esta música corta venas o cebollera. Mi placer culpable fue porque sentí que le era infiel a Germaín, al disfrutar de Los Ángeles Negros sin su voz. Para mí los Ángeles Negros siempre será la voz de Germaín. Todos los otros son falsos, aunque hayan pertenecido al grupo inicial. Para mí es la voz la que marcó un hito en la historia de la música chilena, esa voz siempre será... Germaín.

martes, septiembre 02, 2008

La Primera Flor

El jardín estaba olvidado. El invierno había causado estragos sembrando maleza por todas partes. Había que cortarla para ver el césped o para mirar las pequeñas champas de gazanias. El trabajo sería duro, como siempre ocurría después del letargo del invierno. Habría que podar, arrancar y picar la tierra humedecida y rebosante de lombrices. No me había fijado que entre la maleza crecía una pequeña flor. La toqué sin querer al intentar arrancar el pasto. Era la de avanzada, la que me dijo que se acercaba la primavera. Ahí, escondiéndose en los pastizales, estaba una fresia amarilla. La única que recién despertaba entre bostezos, y abría sus ojos para mirar el sol.

La corté y la llevé hasta la mesa del comedor, donde estaba el florerito lleno de violetas. Las violetas la recibieron moviéndose para hacerle espacio. Contrastaba el amarillo, del violeta oscuro. Acerqué el florero a mi nariz y sentí aquel aroma tan especial, tan particular. No hay aroma más delicioso que el de las fresias. Ella te trajo hasta mí. Y quise recordarte y mirarte... y hablarte. Quise saber cómo estás y en donde estás. Entonces fui hasta el closet de mi dormitorio. Lo abrí y me agaché a buscar entre los miles de papeles que tenía guardados... busqué bajo ese cerro de documentos, un archivador grande y pesado. Archivador que contenía palabras, letras, conversaciones con tantos amigos virtuales que han pasado por mi lado. Lo apreté contra mi pecho y me senté en la cama. Lo puse sobre mis piernas y lo abrí. Las primeras líneas, eran las tuyas, fechadas el año 2003. Los escritos estaban separados en fundas plásticas para que no se deterioraran. Otras conversaciones estaban fuera del archivador, separadas con un acco clip. Pero me detuve al principio, donde estabas tú y leí... y sentí y añoré. A continuación venía otro montón de correos fechados el 2005 ¿será que nuestras charlas suceden cada dos o tres años?

Aproveché el momento para deshacerme de muchos papeles que ya no tienen importancia. Conversaciones con Luis, con José, con Víctor, con Waldo, con Manuel, El Tito y el Peruano. Todos ellos capítulos terminados y cerrados.

Había hojas que ya estaban recicladas y usadas nuevamente. Ésas las tomé y las rompí en dos, luego en cuatro, después en ocho, dieciséis y treinta y dos. ¡Tan maniática que soy!, sino rompo las hojas de esa manera, no las puedo echar al basurero. A veces las rompo más pequeñas, pero eran tantas que me dolían los dedos. Rompí tantos papeles y tantas palabras que el viento se llevó. Hubo algunos que rompí con furia, con rabia, como queriendo abofetear a la persona que los escribió. En otras, me reí a carcajadas con tanta barbaridad que hablo, digo y escribo. A uno le dije una vez que los hombres son como el ganado, una los marca y ya te pertenecen.

Me deshice de harto cachureo. Pero no alcancé a destruirlo todo. Me faltó domingo para ello. Quedaron casi dos resmas listas para ser nuevamente usadas. Claro que antes, les daré una última leidita (hasta para eso soy obsesiva no puedo botar sin leer). Y me pregunté mientras ejecutaba esta operación de limpieza ¿porqué tus cartas no corren la misma suerte que las otras? ¿porqué las sigo conservando como si la historia estuviese congelada? ¿porqué no puedo deshacerme de ellas? Y la respuesta vino fácil... porque están escritas con sentimiento. Jamás he sentido nada igual por las letras de alguien. Tus palabras eran poesía para mis ojos. ¿Te acuerdas cuando una vez me dijiste que tomaba buenas fotografías? Vos tenés sentimientos – me dijiste, y pues, tú también lo tienes. Te gustan las fresias tanto como a mí. Te gusta escribir tanto como a mí. Tienes pasión en las venas... igual que yo.

Y fuiste una persona importante para mí: “Sos muy buena narradora –me dijiste cuando leías mis escritos- es posible que pueda mejorarse rescribiéndola una y otra vez, porque allí, aprovecha uno de mejorar las puntuaciones, que son las que le dan el ritmo a la lectura. Hay que escribir como si uno fuera a leerlo en voz alta. No te olvides que hay que respirar”. Así me dijiste, y gracias a esas palabras tuyas, hoy escribo mejor que ayer.

Me enseñaste que “un año de tristezas se paga con un minuto de felicidad”, por lo tanto... agradezco ese minuto que me brindaste.

Gracias por todo. Ésta... es tu obra.

Dedicado a ti, mi querido amigo.

...Mi adorado “Viento Sur”.

...Y todo... por culpa de una flor!