¿Desde cuando me gustan los perfumes finos? Mmmmm, creo que desde que mi tía Haydée me regaló por primera vez un perfume para mi cumpleaños, a los 15 años. Miss Mónix de Mónix (la tienda que está en Matías Cousiño). Yo era fanática de ese perfume y lo usé por años. Iba al liceo y me perfumaba con ese aroma sintiéndome “matadora”. Aunque ese no era de los perfumes realmente “finos”.
Los finos los conocí después, cuando en mi primer trabajo mi jefe me regaló, también para mi cumpleaños (25) un “Azzaro”. Ese perfume lo cuidé por mucho tiempo porque me gustaba mucho. Después usé “Bizzance” de Rochas, “Trésor” de Lancome... y así vino una larga lista de perfumes que he probado: 5th. Avenida de Elizabeth Arden, Organza de Givenchy, Beautifull de Estée Lauder, Carolina Herrera, Dolce Vitta de Christian Dior (ese lo compré porque supe que lo usaba Lady Di), Week End de Burberrys, etc., etc.
Con el tiempo algunos aromas me saturan o porque me aburren a mí, o porque siento que se vuelven muy “populares”, así que cuando eso ocurre tomo el frasco y lo regalo.
Los perfumes me duran, talvez sea porque siempre tengo más de alguno abierto y los voy alternando. No me gusta no sentir las fragancias y pasado un tiempo nuestro olfato se acostumbra a los aromas y ya no los siente, por eso los voy alternando. La mayoría de las veces uso “Envy” de Gucci. Pero hoy (como otros días primaverales o veraniegos) me puse mi Baby Doll (Yves Saint Laurent). Cada vez que presiono el vaporizador, una pequeña lluvia de perfume baña mi cuello. Baby Doll es un perfume floral y fresco, ni dulce ni ácido. La primera vez que tuve en mis manos aquella caja rosada. Una ex compañera de Chilesat vendía perfumes originales (no me gustan las copias o imitaciones de ningún tipo) y cuando sentí aquel aroma ni siquiera lo pensé... tuve que desembolsillar más de 50 lucas por él, pero lo valía.
Su fragancia me transporta al momento que por primera vez lo usé. Año 2002, cuando Gonzalo (mi ex) vino a Chile. Pasamos la noche en el Apart Hotel y por la mañana fuimos a casa de mi tía (porque allá tenía una torta de mil hojas que había horneado para él), allá, en casa de mi tía me duché y aún con el pelo mojado me bañé en esa fragancia. Él se acercó a mí, me abrazó y me besó... y me dijo que olía rico. Desde ese día sólo usaba esa fragancia cuando nos veíamos (y eso era cada unos cuantos meses, recuerden que él es Uruguayo). También me transporta a esas calles de Montevideo, esas calles llenas de sol y de flores, con la brisa marina refrescándome la piel.
Qué rico sentir como algo tan simple te puede llevar a viajar de nuevo, a través de los recuerdos.... y las fragancias.
