viernes, noviembre 23, 2007

Llegó el momento

Hoy he abierto la cortina. Es una cortina verde que impide que mire hacia fuera y que impide que entre el calor excesivo de estos últimos días. Es que quiero mirar por mi ventana. Talvez hoy sea la última vez que lo haga y quiero disfrutarlo.

Venía en el Pullman, escuchando a Marco Antonio Solis... y cuando llegamos a la Quinta Normal me acordé que quería hablar de ella, de lo bella que es y las cosas que veo cuando tomo el bus en las tardes. Pero también quiero contar que los Ceibos, están florecidos. Son hermosos... son grandes, gigantescos, imponentes, de troncos gruesos... y flores bellas, sencillas pero bellas ¿Los conocen? Son esos árboles de flores rojas. Y sus flores están por allá arriba y con el sol de la mañana y el verde de sus hojas, resaltan. Y yo los admiro y creo que soy la única loca que está mirando hacia el cielo, en circunstancias que el resto de la gente es como los chanchos – no porque sean cerdos, aunque muchos lo sean – pero siempre andan cabizbajos mirando el suelo, y yo también lo miro, porque así me encuentro monedas y platita que Diosito me regala de tanto en tanto, pero ellos - la gente - no pueden admirar lo que hay en el cielo... en cambio yo si.

El Ceibo es la flor nacional del Uruguay. Jaja, algo aprendí cuando pololeé con el Uruguayo. Sé hasta que su Libertador fue José Artigas y no porque estoy leyendo “Los Húsares Trágicos”, sino que lo supe antes. Bueno, los ceibos son maravillosos y quería contar sobre eso.

Pero algo me distrajo. Cuando salí del metro tomé el diario Publimetro que me dio el caballero, ese caballero que siempre sonríe y dice buenos días a todo aquel que le entrega el diario y a mi me gusta que me salude y yo también le regalo una sonrisita de las mías... de esas juguetonas y coquetas. Y saliendo de eso, miro hacia Compañía con Manuel Rodríguez y veo que no alcanzo a llegar al semáforo que ya daba la roja... entonces observé a un paco que estaba dirigiendo el tránsito, no se pa qué, si pa eso está el semáforo. Entonces hace señas a todos que se detengan y pasa un auto blanco que no lo pesca y sigue no más... y le van dando los monos al paco y le planta el silbetazo y le hace señas de que se arrime a la vereda... yo mirando a todo esto, porque me encantó la actitud del paco, porque a éstos la gente ya ni los respeta, y aunque haya un semáforo si está ahí el gil, es pa que lo respeten al él también, más que al semáforo... la conductora era una mina, si hubiese sido un mino también me habría alegrado porque la gente hace lo que quiere, y si no se les pone atajo quizás donde van a llegar... en eso dieron la verde y yo crucé y seguí mirando. El paco le pasó un parte y yo dije: “bien hecho” y de hecho si yo fuera paca sería de esas terribles porque les pasaría parte a todos los que se pasan con luz roja, a todos los que hacen taco y se quedan en medio de la calle cuando ven que no hay espacio para que pasen, a todos los que no me respeten y a todos los que toquen la bocina porque si no más, contaminando nuestros delicados oídos... sería terrible yo, porque para algunas cosas soy muy cuadrada.

Y en eso llegué a la ofi y me entero que cerramos (el lunes, martes y miércoles), por cambio de edificio. Así que hoy no haré ni una cuestión y me pasaré mirando por la ventana porque a lo mejor no voy a tener más esta vista hermosa. Si hasta los magnolios tienen flores y yo no los había visto.

Ya sé que voy a compartir la oficina con otra compañera, lo que no me gusta mucho porque no podré cantar mis canciones de Los Angeles Negros, no podré escuchar a Sandro, ni escuchar las cumbiancheras con el Moisés... no podré cantar tangos... ni escuchar a Los Tres, ni las cuecas, ni Café Tacuba ni nada de nada, porque ella escucha puros tarros y pone la radio fuerte y no me gusta eso, porque esta es una oficina no una discoteque.

Y quién sabe capaz que allá no pueda ni chatear y me bloquéen el msn, porque la conexión de internet es más mala y lenta... y capaz que hasta me sapeen mis cosas en el computador porque ayer había que dejar encendido el aparato y la oficina abierta sin llave y como yo no supe cerré y apagué todo no más... chis! Capaz que me pillen mis fotos triple X y hasta ahí no más llegó la Señorita Angélica.

Ah! Para los que se preocuparon. Mi amiga Pao está mejor. Triste si, pero está más tranquila. Este último tiempo no la he llamado mucho porque mi celu está como las reverendas y se cortan las llamadas, pero quiero que sepan que la llamo todos los días.

Nos vemos a la vuelta, en la oficina nueva.

miércoles, noviembre 21, 2007

Mi amiga Paola

Paola es una amiga que conocí cuando trabajé en Chilesat (por 11 años). Ella es una muchacha tranquila, muy de su casa, antes era calladita, creo que conmigo se puso alegadora. Nos llevábamos bien porque ella es un poco como yo. Es perfeccionista en su trabajo. Aunque era mejor ejecutiva que yo algunas veces, porque de repente yo no le daba mucha importancia a algunas cosas en cambio ella sí. Yo hacía las cosas sin tanta perfección en un lugar donde me di cuenta que la perfección no servía de nada. La gran mayoría trabajaba al lote. Y ella y yo éramos un punto que a penas sobresalía. Al principio yo hacía mis carpetas de información en mi casa. Y hacía en mi computador las tarifas y les convidaba una copia a mis compañeras. Hasta que un día una supervisora viendo su trabajo empequeñecido frente al mío, me dijo que no siguiera haciéndolas, a pesar de que mi información era mejor que la de ella. Paola y yo teníamos las mejores carpetas. Con toda la información actualizada. Todas recurrían a nosotras cuando tenían dudas. Éramos las que mejor manejábamos la información. Y nos guiábamos en base a la lógica. Encontrábamos errores que otros no veían. Éramos una gran dupla... ¡imbatible!

Yo la fui conociendo y la fui queriendo tal como es, con defectos y manías. Y lo rico de esta amistad es que ella me conoce de tal manera que no necesito decir nada. Ella ya sabe que algo me pasa. Y somos capaces de decirnos las cosas buenas y las malas de ambas, y así nos aceptamos. Yo acepto sus regaños y agacho la cabeza cuando la embarro y es la única que me puede decir lo que quiera sin que nos enojemos.

Una vez me dijo que “los amigos, son los hermanos que uno elige” y yo creo que es así. Yo la elegí a ella y ella me eligió a mi.

Ella sabe de muchas cosas porque investiga y eso yo le admiro. Sabe de remedios y compuestos químicos. Sabe para qué sirve cada remedio.

Sabe Inglés y lo aprendió casi sola. Había una clienta que siempre llamaba, una gringa que sólo quería hablar con ella porque ella le hablaba en Inglés. Yo me sentía orgullosa cuando era la ejecutiva Top del mes (pero pocas veces lo fuimos, porque primaban otras cosas al momento de las calificaciones y como ninguna de las dos éramos chupamedias, no conseguíamos mucho – en esta vida hay que ser rastrera para obtener logros).

Es mi alma gemela, yo lo sé y lo siento así. El alma gemela no necesariamente es combinación hombre-mujer. También puede ser hermano y hermana, padre e hijo, etc.

Ella sabe de astrología. Y sabe de signos zodiacales y sus afinidades. Siempre me guía en eso. Hasta que le pedí a mi viejito pascuero (Iván), que me regalara un libro de compatibilidades.

Una vez encontró un sitio en Internet donde se podía pedir la carta astral. La carta astral es una lectura de las coordenadas de la fecha de nacimiento, la hora y el lugar donde se nace. En esa lectura sale como es el individuo y como se comporta en el medio, como lo ven los demás, las metas que quiere alcanzar, lo que busca en la vida, etc. En esa ocasión ambas la pedimos y descubrimos (no sé si será cierto o no, pero yo creo en esas cosas). Decía la carta astral de ella, que en otra vida, había sido minusválida. La carta astral mía decía que en otra vida, yo había sido educadora diferencial. Tengo facilidad para enseñar, tengo paciencia y claridad. Y creo que nuestro nexo es antiguo, no sólo de ahora. Viene de años, de siglos quizá. Tenemos una conexión espiritual y ambas somos abiertas de pensamiento.

Nos vemos muy poco. Hace más de un año que no nos encontramos. El año pasado creo que fue la última vez, una vez que nos juntamos en el centro, era 10 de enero, (no recuerdo bien la fecha), pero yo le di un abrazo y le dije: “¡feliz año nuevo!” jajaja... ella se reía. Tiene un sentido del humor y una rapidez mental asombrosa. Es inteligentísima.

Y tenemos algo más en común. Ama a los animales.

Tiene una gatita que duerme con ella. Es sus ojos. La adora, la Margot. Y anoche cuando llamé a mi amiga estaba llorando. Ella no llora nunca, yo sí he llorado en su oído, pero ella pocas veces en el mío. Su gatita está malita. Ella la llevó al veterinario porque constantemente le sucede algo (no puede hacer caquita), entonces le tienen que hacer un lavado a la Margocita para que bote el “tapón” que se le forma. Pero esta vez la gatita perdió el apetito y se ha enflaquecido. Entonces la Pao lloraba desconsoladamente.

La tiene hace años. La gatita está viejecita como la Rayito (en la casa de mi tía), y más viejita aún que la Rayo. Y dice la Pao que la gatita no se puede parar. Que tiene que darle agua con una jeringa, que le duele todo el cuerpo... y ahí fue cuando afloró mi sangre fría, porque para muchas cosas tengo una sangre fría espantosa. Entonces le quise sugerir una idea, pero ella me interrumpió antes de decir nada – “no amiga, eso no” – y yo pensé ¿hasta qué punto uno debe amar a los animales? ¿hasta verlos sucumbir frente al dolor? Y en eso soy más sangre fría que ella, pues yo no sirvo para ver sufrir a los animales. Y si sé, que de alguna manera se le puede evitar el dolor, yo reacciono y hago lo que tengo que hacer. Y de hecho ya lo he hecho muchas veces. Cuando el Bengi, mi gatito negro, tenía Leucemia y tuve que pagar al veterinario por la eutanasia. Y con el dolor de mi alma y las lágrimas en los ojos, hice tripas corazón y vi como lo inyectaban... y también pasó así con el Tobby, mi gato romano, (que tenía una infección producto de una riña con otro gato), y él quería vivir, no morir... y yo no podía hacer otra cosa, porque verlo sufrir más no podía. Y mi amiga tiene esperanza de que la Margot se recupere... y yo creo que esta vez no será así. Antes no había perdido el apetito, antes no se había adelgazado tanto... antes comía sola... ahora se acerca su fin y mi amiga lloró y yo no supe cómo reconfortarla...

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P.S.: La gatita falleció una hora después de que hablé con mi amiga (22-Nov.)

lunes, noviembre 19, 2007

Quiero llorar!

Desde que escribí la historia anterior me he sentido angustiada. Y eso que la escribí hace varios días ya. No sé si angustia es la palabra. Pero es algo extraño que no me ha dejado vivir tranquila estos últimos días (quizá sea una esperanza sin fundamento lo que me tiene así). Y me siento deprimida. Ni siquiera tengo ganas de escribir en mi blog y eso es mucho decir.

He querido llorar. Porque llorando se libera energía negativa. Pero no tengo pena pa llorar. Y para llorar tengo que tener ganas (y mucha pena), es decir, tienen que saltar solitas las lágrimas y no me salen. Aunque lea cosas tristes no me salen. Parece que tuviera una espina clavada en la garganta.

¿Se han dado cuenta el alivio que produce el llanto? A mi me produce una paz y una tranquilidad increíbles. Una vez (cuando terminé con el Uruguayo), tenía tanta pena, que llamé por teléfono a mi amiga del alma. Ella es mi paño de lágrimas. Entonces, esa vez ella me escuchó tan acongojada, pues era tanta la pena que sentía que llegaba a sollozar. Y lloré y lloré y luego que pasó esa pena y boté todo lo que había que derramar... me empecé a reír sola. La pena ya había pasado. Y eso es lo que ahora busco y no encuentro.

Ya, dejemos las cosas tristes porque les voy a mostrar unas fotografías que captó mi lente “curioso”. Espero que las disfruten tanto como yo.

Fotos de mi cosecha:

El farol (rodeado de mi bougambilia)
Una noche estaba regando mis plantas y miré el farol,
entonces pensé que sería una foto maravillosa!

Advertencia: Esta es una foto triple x (ver con cuidado)

Pajaritos teniendo sexo!

Estos pájaros calentones estaban en el techo de mi vecina.

Y mi Horacito los vigilaba (por si se caía uno)

Horacito en la terraza disfrutando del día (y de la sombra)

Mi hija Ambrosia posando para la cámara

Ya se puso fundía la Ambrosia!

miércoles, noviembre 14, 2007

La niña que leía Novelas de Amor

Voy a publicar algo de lo que nunca he hablado – en este blog – se trata de la parte íntima, ésa que oculto a ojos conocidos, como son mis hermanos. Puesto que Héctor, el mayor, es más bien conservador y de ideas tradicionalistas.

Siempre fui la rebelde de la familia, es decir entre los tres, yo era la oveja negra. Ellos los estudiosos, yo la floja. Ellos los obedientes, yo la porfiada. Ellos los introvertidos, yo la extrovertida.

Talvez les extrañe leer un relato serio, puesto que siempre estoy poniéndole notas de humor a lo que escribo, y no precisamente a propósito, sino que fluye por mis venas contar las cosas así divertidas, como lo hago en la vida real cuando cuento mis historias. Pero a veces también me pongo seria y hablo en serio.

Este es un cuento largo.

La niña que leía Novelas de Amor

1.

"Cuenta la leyenda... que en la casa, donde las paredes estaban cubiertas de Madreselvas, cuya fragancia se sentía a muchas manzanas a la redonda... vivía una niña, que leía Novelas de Amor.

Cuando nació, sus padres plantaron las Madreselvas, las que crecieron al compaz de sus años y se enternecían cuando su madre, en el jardín, le contaba Cuentos de Amor...

Esta es la historia de “Azucena”, una niña inocente y frágil, que soñaba leyendo Novelas de Amor. En su casa, había una pequeña colección de novelitas de bolsillo, de esas de Corín Tellado, y de otros autores Españoles. Eran novelas cortas, de no más de cien páginas, en cuya portada había imágenes dibujadas de la pareja protagónica. Editorial Bruguera las distribuía en Latinoamérica. Su madre siempre leía estas historias recostada en su cama, en las cálidas noches estivales. Ella había leído muchas, puesto que en sus años mozos, las novelas se cambiaban en los kioskos de revistas. Conservó las mejores para su colección. Ésas eran las que “Azucena” devoraba con sus ojos ilusos y románticos. Leyéndolas soñaba con su príncipe azul... y soñaba con el amor.

Tras esas cuatro paredes de Madreselvas, ella no necesitaba nada más para ser feliz. En casa había una colección de libros que comprara su padre y que ella tenía la esperanza de lograr leer algún día. Tenía un jardín variado, lleno de azucenas y amapolas, de rosas y jazmines, de milindros y clarines, de claveles y gardenias. Coleccionaba música y veía películas del cable. Hacía pasteles para Navidad y afanaba en la cocina largas horas haciendo mermeladas y panes de reyes. Así, transcurría su vida plácida y apacible... hasta que un día, su padre emprendió el camino, y la dejó.

Su madre, le buscó un trabajo para que no se deprimiera llorando la ausencia del padre. Ahí, a sus 19 años, conoció a un hombre, mayor que ella 16 años, casado, con hijos... que la miraba embelesado, que le cantaba canciones de amor y le susurraba piropos al pasar.

Un día, sus oídos escucharon por primera vez una declaración de amor. De esas que sólo había leído en sus Libros y Novelas de amor... y escuchó atenta lo que él le decía: “Me gusta tu pelo... tus ojos... tus manos... tu manera de ser”. Unas palpitaciones extrañas la invadieron. No sabía qué eran... pero le gustaban, y empezó a enamorarse de aquel hombre. Y le permitió tocar sus pechos cuando la besaba (besos y abrazos no sacan pedazo decía su abuela), pero nada más le permitió, puesto que éste estaba casado, y ella, soñaba con llegar virgen al matrimonio. Y como con éste, no se pensaba casar, ni quería desarmar un hogar... se alejó de él.

Para ser el primero y enseñarla a besar, estaba bien. Su corazón joven sintió la lejanía, pero lo dejó marchar y siguió leyendo Novelas de Amor: “Las Mil y una Noches”, “Martín Rivas”, “Lo que el viento se llevó”...

Y apareció el segundo hombre de su vida: Un joven de su edad, estudiante de Ingeniería, con el que soñó llegar al altar... y como su propósito era la virginidad hasta el matrimonio, no concretaron su unión, a pesar de que más de una vez estuvieron casi a punto de culminarlo, pero ella siempre dijo “no”.

A causa de una mentira, se fueron más de tres años de relación al tacho de la basura. Y no es que no pudiera perdonar las mentiras, sino que le molestaba pillar a alguien mintiendo y que más encima lo negaran, eso sí que no lo soportaba. Podría perdonar muy bien a un mentiroso que reconoce sus faltas, pero no uno que lo niega rotundamente aún cuando es descubierto.

El día que lo despidió de su casa, quedo tirada en el piso, hecha un ovillo... llorando y sintiendo el frío de la vida. 25 años y ya se le pasaba el tren. Ella soñaba con un marido, con una casa, con hijos a su alrededor...


2.

... Y la consoló un hombre, también casado, más mayor que el anterior, del cual se sintió enamorada y comenzó un romance. Pero sólo romance, porque ella, de idea fija, seguiría esperando al hombre de sus sueños....

- “¿Y si no te casas nunca? ¿No vas a saber lo que es?" – ella lo miró a los ojos sobresaltada. No había pensado en esa posibilidad, así es que, aceptó arrancarse unas horas con él.

Con el anterior había aprendido juegos de seducción... había aprendido a sentir orgasmos vestidos los dos y había aprendido a sentir orgasmos con su lengua suave y húmeda. Aprendió a hacer sexo oral... y también a acariciarse sola y a disfrutar en soledad de sus orgasmos.

Cuando llegó a esa fría habitación con su amante, se sintió choqueada. El ver en medio de ese departamento para citas, una cama, le rompió el romanticismo. Así es que esa primera vez, el acto no se consumó. La siguiente vez fue en un motel. Pero ella se sentía nerviosa y presionada, así es que no llegó a soltarse. Él la desfloró con violencia y dolor y cuando todo terminó se sintió decepcionada. Tanta alharaca que había visto en las películas triple X y ella sólo había sentido un gran dolor, el que se repitió sucesivamente muchas veces más.

Aquel hombre, no mereció arrebatarle su virginidad. Ni siquiera puso atención a la pequeña mancha sanguinolenta y rosada que había quedado en las sábanas. Y tampoco valoró su entrega.

Esta relación duró unos años. Pero estaba desprovista de pasión.

A veces, ella le hacía sexo oral, pero él nunca se lo hizo a ella, así es que, dejó de hacerlo. Ese hombre tenía una experiencia muy pobre en cuanto a sexualidad, y tenía además un pensamiento muy retrogrado. Ella quería pasión, amor, delirio y fascinación... quería probar cosas nuevas, pero él, no la seguía. Ni siquiera había confianza para hablar de sexo. Así fue como poco a poco la relación se enfrió y murió. Lo dejó.

30 años... había esperanza, “Azucena” continuó leyendo Novelas de Amor: “El Pájaro canta hasta morir”, “Jane Ayre”, “Cumbres Borrascosas”, “Adiós al Séptimo de Línea”, “La Casa de los Espíritus”.

El aroma de las Madreselvas le harían borrar este amor.

Cinco años pasaron. “Azucena” estaba feliz con sus animales, sus flores, sus libros, su música y sus películas. Hasta que alguien asomó por la ventana. Su conversación a través de la pantalla la arrebataba de emoción, el corazón se le henchía dentro del pecho. Sin verlo, sin tocarlo... como un amor a primera vista, se enamoró y perdió la cabeza por ese amor. Se juntaron, se conocieron, se tocaron... y se amaron. Y aquel hombre le enseñó a hacer el amor. Lo anterior había sido sólo sexo. Esto era sublime. Se enamoró perdidamente. Y se entregó a él como nunca había imaginado. Sintió pasión y amor... sin pensarlo, ni cuestionarlo se dejó llevar, sin prejuicios y sin miedos, le abrió su corazón.

Pero aquel, no mereció lo que recibió y escapó antes de ver comprometido su corazón, antes de sentir la necesidad imperiosa de estar con ella. Se alejó y ella lloró... lloró amargamente, como nunca había llorado por un hombre, fueron días tristes y grises que paralizaron su vida... lloró desconsoladamente, de día y de noche... perdió el sueño y en sus noches de vigilia continuaba llorando... y lo añoró... y lo soñó... y se quedó en su corazón como el único hombre capaz de merecer su amor. A pesar del abandono, a pesar del tiempo que le negó.

Una vez un hombre le dijo: “pareces ser la mujer ideal” Y ella sintió el halago y pensó en su amor lejano que no quiso conocerla más allá y cuestionó su suerte. Todos sus romances truncos... todos cortados por la tijera del destino...


3.

Quería ser la mejor compañera, la mejor amante. A pesar de su poca experiencia en ese plano, no era tan ignorante, puesto que su capacidad de observación y su pasión eran un punto a su favor, además de la gran iniciativa que poseía. Pero para mejorar su labor de amante, se compró un par de libros que le ayudarían a conocer mejor a su pareja. “Kamasutra para el hombre: Cómo volverlo loco”, “El Arte del masaje sensual”. Estos libros poco le enseñaron, más aprendió sola, observando con todos sus sentidos atentos a las reacciones que desencadenaba con su boca y con su lengua en sus amantes pasados. Además, vio películas Triple X y ahí también aprendió.

35 años y vino un muchacho otra vez a consolarla... y comenzó un nuevo romance y una nueva luz le iluminó el rostro. Pero siempre conservando su recuerdo de su gran amor intocable en su pecho. Si aquel hombre la había amado como dijo, algún día volvería en nombre de ese amor.

Su nuevo amor era oriundo de otro país y vivía en otro país. Luego de una relación “encaminada”, ella compró una casa para recibirlo cuando viniera, compró una casa para formar un hogar con él. Y soñaba con prepararle deliciosos platos con sus laboriosas manos... leyendo “Como Agua para Chocolate”, se sintió identificada con la Tita, que se pasaba horas en la cocina. “Azucena” soñó un hogar con hijos, a quienes les leería cuentos de Walt Disney por las noches para hacerlos dormir, y les contaría historias de dragones custodiando las monedas de oro en la entrada de la cueva, y les narraría historias de príncipes y hadas... los llevaría de la mano por esos mundos que ella visitaba de pequeña. Y luego de dejarlos dormidos se ocuparía de su hombre, y le haría masajes para desestresarlo y recorrería su piel con sus manos y su boca.

Pero a aquel muchacho le faltaba madurez y ella se dio cuenta que él nunca vendría, que jamás dejaría sus raíces... y descubrió que no lo amaba, que todo había sido un espejismo, una fatamorgana que eclipsaba lo que no quería ver. Pensó que con esta relación le echó tierra a su antiguo amor, pero no fue así. Si se hubiese enamorado realmente habría dejado todo por este amor, así es que... terminó. Y sus sueños de compañero, de hogar y de familia se quebraron como se quiebra un vidrio golpeado por una piedra arrojada por un terrorista.

Y sintió necesidad de unos brazos, necesidad de compañía, no quería estar sola, no podía estar sola, estaba deprimida y triste, más que nada por la pérdida de sus sueños y de su anhelo de ser madre.

Ingresó a las páginas de busca parejas, pensando que ahí encontraría el amor, ese amor esquivo que no llegaba nunca, o que llegaba para irse prontamente dejándole sinsabores y un gran vacío interior.

Entonces, apareció Hombre 1, con el que pasó un par de noches y él se alejó, dejándole la primera decepción.

En esos días buscó al amor de su vida, y la ilusión revivió. Lo encontró y volvió a estar con él. Sólo una noche bastó para comprender que no lo había olvidado, que sabía que algún día volvería. Pero... él seguía siendo el mismo cobarde, en nada había cambiado y volvió a hacerse a un lado, “no eres tú, soy yo – le dijo- soy y seré un solitario, no sirvo para vivir con nadie, así es que me alejo de tu vida para siempre”. Y volvió a dejarla, pero el dolor, ya no fue tan grande. Sólo se sufre la primera vez. Ahora entendía que la ilusión debía morir. Ahora mató aquella esperanza vana... lo dejó marchar y cerró la puerta.

Leyó “Fatamorgana de Amor con Banda de Música” y viajó por las pirámides de Egipto leyendo a “Cleopatra”, conoció su gran amor por Julio César... y supo como ella lloró la muerte de César y revivió años después al enamorarse de Marco Antonio. La vida era así, de penalidades y alegrías.

Su corazón sediento de amor la hizo tropezar con Hombre 2. El que fue su amigo con ventajas por un par de meses. Él tenía mucho trabajo y ella quería más tiempo, más presencia, siguió con esa necesidad de estar acompañada y como él no le daba lo que ella necesitaba, un día cerró la puerta y lo dejó fuera.

Por las páginas de internet contactó a Hombre 3, del que se sintió muy atraída. O era tanta su necesidad de afecto que la hizo ver muchas condiciones en él... era un hombre cariñoso y afectuoso... pero tenía un gran defecto: le "mintió”, desde el comienzo, y las mentiras conducen a nuevas mentiras y engaños, así es que, lo dejó marchar. No sin antes sentir un gran dolor en su pecho.

El amor debía existir, por lo tanto, se convenció de que si el que “busca, encuentra”, ella también encontraría...


4.


Talvez algo no estaba funcionando con ella. La última relación la dejó maltrecha. Decidió tomar distancia y no entregar tanto. Así, Hombre 4 la encontró. Era educado, preocupado y le doró la píldora durante 4 meses, tiempo en que la llamó casi a diario y más de una vez al día en horario de oficina. La llamó el 14 de febrero para desearle un feliz día del amor. Y le decía frases como: “Si te hubiese conocido antes... tendría los mismo hijos, pero con distinta mamá”,me interesa proyectarme contigo”, “eres una tentación”.

- “Este es un juego –le dijo su amigo-confidente- en el que ganas o pierdes. Si te entregas a él, habrá ganado y tú habrás perdido, y en ese momento ya perdió el interés por ti”

“Azucena” no quería volver a perder. Hombre 4 era mujeriego, así es que debía irse con cuidado, aunque él le llenara la cabeza de piropos y buenas intenciones.

Siguieron pasando los días, hasta que sucedió lo que tenía que suceder, y él, automáticamente perdió el interés. Desapareció una semana, después de que la llamaba diariamente. “A buen entendedor pocas palabras”, ella adivinaba lo que él iba a decir: “conocí una persona, y sentí algo muy fuerte” ¿Y ella? ¿Nunca hacía sentir cosas fuertes a nadie? Y sufrió otro golpe, otra decepción. Él quería que siguieran siendo amigos, pero ella pensó que si continuaba siendo su amiga, sería para que él viniera y la tomara cada vez que rompiera con sus romances de turno, así es que lo llevó hasta la punta del cerro y se devolvió sin él.

¡Qué hombres más tontos! – pensaba – No saben lo que se pierden, una mujer empeñosa, trabajadora, abnegada, que haría lo imposible por hacer feliz al hombre que estuviera a su lado... y ellos no lo veían, no lo valoraban y sólo veían lo superfluo.

La decepción la invadió, se puso a la defensiva, estaba cansada, agotada de buscar. Herida y dolida, cuando apareció Hombre 5, justo en el momento en que ella iba a borrarse de aquellas páginas que nada bueno le habían traído. Le molestaba que nadie se daba el tiempo de conocerla, de llegar al fondo de su ser, nadie era capaz de ver las virtudes que tenía, la fuerza interior y la alegría que tenía de vivir. Nadie vio que no era una mujer común, de esas que sólo se preocupan del pelo y de la ropa. Ella era más que eso, pero a nadie le importó.

Y Hombre 5 sufrió talvez las consecuencias de sus malas experiencias, y sin quererlo ella talvez lo maltrató inconscientemente aún cuando él era encantador. A pesar de que no se mostró muy convencida al momento de conocerlo... cuando lo vio y estuvo a su lado, algo despertó...



5.

Cuando conoció a Hombre 5, entendió las palabras del anterior, “sintió cosas muy fuertes” y extrañas... talvez las mismas que sintió algún día por otro ser.

Rehusó pasar una noche con él, por miedo, por temores... quizá lo pensó mucho y algunas veces las cosas no se piensan, sólo se hacen. Y le mandó mensajes de texto, los que él no recibió. Ella lo sabía puesto que nunca recibió la confirmación de “mensajes entregados”, entonces le escribió un correo y tampoco hubo respuesta. Lo llamó por teléfono y él no contestó.

Los mensajes de texto y las llamadas desde su celular podían no haber llegado a destino. La señal que utilizaba era pésima y más de una vez llamó a alguien y ese alguien nunca recibió su llamada. Lo mismo pasaba cuando la llamaban a ella. Su celular no sonaba, así que si él decía que no había recibido ni mensajes ni llamadas podía ser... pero los correos? Es dura de convencer. Trata de usar siempre la lógica... Las cosas para ella siempre tienen un porqué, una justificación, un motivo que desencadenó esa reacción.

Aquel hombre no la buscó y ella con sus tres intentos fallidos, dejó las cosas así. Apenas disfrutó de la corta euforia que sintió. El fuego le quemaba el pecho cuando pensaba en él y se arrepintió de no haber pasado la noche que le pidió. Bastaba sólo una noche para amarlo y saber que con él sería distinto... tenía experiencia guardada, sabía cómo hacerlo disfrutar y para ella era más importante lo que él sintiera que lo que ella misma pudiera sentir. Esa unión sería como la que vivieran Tita y Pedro, en el libro... y más grande que la que sintió por su olvidado amor. Perdió el apetito, cosa poco usual en ella, pero este hecho insignificante le demostraba todo lo intenso que sintió. Y esperó... esperó días enteros a que él se conectara al MSN y le hablara y la buscara, pero esperar así era un tormento, una angustia, una incertidumbre... y él no apareció. Así es que mejor dejó las cosas así.

Cuenta la leyenda que un día... limpiando las carpetas de su PC, encontró un archivo titulado “4 de Mayo”, lo abrió... y al abrirlo, salieron de él muchas mariposas de colores, de diversos tamaños, las que en sus aleteos expelían fragancias de magnolias. Las mariposas escaparon por la ventana que estaba abierta y se perdieron a lo lejos, ella las siguió con la vista y cuando volvió a la pantalla, leyó... y su corazón ya se le escapaba del pecho.

Pensó en mandar aquel archivo a la papelera, pero era tarde, las sensaciones se despertaron inesperadamente y las ansias renacieron. Y si mejor le enviaba un correo? Creyó que esa era una buena idea, así es que volvió a conectarse con esa casilla que ya no usaba. Que había sido creada con un propósito y al no existir el propósito fue olvidada y sólo abierta en contadas ocasiones. Llena de osadía, le envió un correo... pero debía ser un mensaje que lo remeciera, que lo despertara... así fue como un día él se conectó y la saludó... y su corazón dio un brinco que no pudo controlar. Sintió el fuego por dentro... no esperaba en realidad que él apareciera.

Ella había cambiado. En los meses de soledad se había replanteado su vida. Ya no buscaba formar una familia, ya no quería hijos... ahora buscaba compañía... caricias y afecto. Su vida era apacible viviendo sola, salvo algunas veces en que se sentía ansiosa y ganosa... él una vez le dijo que llevaba tanto tiempo viviendo solo que lo disfrutaba. Y a ella le pasaba exactamente lo mismo. Pero a veces tenía impulsos, deseos... que quería satisfacer con él.

¿Porqué tuvo que aparecer de nuevo y remover escombros? ¿Porqué le demostraba tanta indiferencia? ¿Acaso no querría él lo mismo que ella?

El silencio habla por si solo... y duele... y es cruel.

Cerró el archivo donde estaban sus palabras... escuchó un ruido que le hizo mirar hacia la ventana... eran las mariposas que volvían con sus aleteos de seda, cerró los ojos, inhaló la fragancia y apenas, pudo ver como las mariposas entraban al archivo. Entonces exclamó: ¡¡eso es!! - con los ojos iluminados y la sonrisa en los labios - ¡cuando abra el archivo... despertarán sus mariposas!

Así... cuenta la leyenda".

Te he querido tanto y de tantas maneras,
Que parece imposible inventar nuevas formas de amor
Te he querido con el deseo y el ansia
Por hacer el amor contigo, hasta consumirnos los dos,
Y sé que tú, se que tú también llegaste a quererme
Por haber compartido tantas cosas.

Te he querido tanto... y de tantas maneras
Que me parece imposible que hoy
Haya un solo modo de amarte....
Y que este sólo sea... tu recuerdo.

Dedicado a Miguel (Hombre 5).

lunes, noviembre 12, 2007

¿Quién soy?

¿Serían capaces, ustedes mis queridos lectores frecuentes, de definirme o describirme en base a lo que han leído de mi, en este blog?

¿Podrán decirme qué impresión tienen de mi, a través de los comentarios que les dejo?

¿Quién soy? ¿cómo soy? ¿cuál es la imagen que proyecto?

¿Creen que sería capaz de conquistar a un hombre sólo con mis letras?

Cuéntenme y expláyense...

martes, noviembre 06, 2007

La Anécdota del Milenio II

3. Mi Papi
(Por: Iván)

Estaba mi tía Haydée, en el linving de su casa, atendiendo una visita. Cuando mi papi se levantó al baño - pues estaba acostado en su pieza- en calzoncillos (slip), como era su costumbre.

Mi tía muy avergonzada le llamó la atención y le dijo: - ¡Picho la manerita de levantarte al baño! - A lo que mi papi respondió:

- ¿Y qué querís que me pongas “smoking” pa’ ir al baño?


4. El Juego Didáctico
(Por: Héctor)

En cierta oportunidad al Iván le tocó hacer un trabajo para la asignatura de Técnico Manual. Se trataba de la elaboración de un juego con piezas geométricas, las cuales se ensamblaban en un palito redondo formando una especie de escalerita.

Muy afligido el Iván le cuenta al Héctor su problema, pues no tiene nada hecho para el día siguiente.

Su hermano, joven de inventiva y voluntad de oro, se ofrece a ayudarlo de inmediato. Parte al cuarto del abuelito (no a su pieza, sino a su taller de trabajo), y se da a la tarea de ayudar al hermano en problemas.

¿Le piden madera terciada? ¡No hay! Pero si hay una tabla de madera gruesa que tendrá mayor durabilidad para resistir el paso del tiempo (esto lo pongo yo ahora, pero es lo que debo haber pensado en aquellos años).

¿Piden el trabajo pintado con los colores primarios? ¡Tampoco hay! Pero si hay pintura negra, café oscuro y otros colores horribles en algunos tarritos de pintura que mi taita tiene guardados.

Por último lo más difícil, el palito redondo que va al centro para ensamblar las figuras ¿de donde sacarlo? ¡Fácil! En el ciruelo hay varias ramas que pueden cumplir esa finalidad.

Y así al otro día, no muy convencido, el Iván se fue al colegio con un trabajo súper ordinario y con una rama de ciruelo toda chueca en el centro, pero hecho con todo el corazón!

¿Porqué no lo dejarían para la exposición?


5. La Bufanda
(Por: Héctor)

Esta es una anécdota del primer trabajo del Héctor. Resulta que cuando era Inspector de Garita en los “Buses Talmocur”, tenía que levantarse muy temprano para abrir la garita, a las seis de la mañana. Como a esa hora hacía mucho frío y yo no tenía una bufanda, tenía la necesidad de abrigarme el cuello con alguna cosa (aclaro que en esa época era pobre y no tenía plata para comprarme una).

Como la inventiva del pobre no tiene límites, la solución vino pronto a mi mente. Tenía una polera que hábilmente instalada alrededor del cuello parecería fácilmente una bufanda. Y así lo hice, yéndome a trabajar tranquilamente.

Así fueron pasando las horas, hasta que el administrador de la empresa me fue a dar unas instrucciones. En eso estaba, cuando de repente se me queda mirando y me pregunta: “¿Qué es lo que tiene en el cuello? – una bufanda – le respondo yo muy intrigado, - ¡Ah! ¡Es que se le ve como una manga!