Voy a publicar algo de lo que nunca he hablado – en este blog – se trata de la parte íntima, ésa que oculto a ojos conocidos, como son mis hermanos. Puesto que Héctor, el mayor, es más bien conservador y de ideas tradicionalistas.
Siempre fui la rebelde de la familia, es decir entre los tres, yo era la oveja negra. Ellos los estudiosos, yo la floja. Ellos los obedientes, yo la porfiada. Ellos los introvertidos, yo la extrovertida.
Talvez les extrañe leer un relato serio, puesto que siempre estoy poniéndole notas de humor a lo que escribo, y no precisamente a propósito, sino que fluye por mis venas contar las cosas así divertidas, como lo hago en la vida real cuando cuento mis historias. Pero a veces también me pongo seria y hablo en serio.
Este es un cuento largo.
1.
"Cuenta la leyenda... que en la casa, donde las paredes estaban cubiertas de Madreselvas, cuya fragancia se sentía a muchas manzanas a la redonda... vivía una niña, que leía Novelas de Amor.
Cuando nació, sus padres plantaron las Madreselvas, las que crecieron al compaz de sus años y se enternecían cuando su madre, en el jardín, le contaba Cuentos de Amor...
Esta es la historia de “Azucena”, una niña inocente y frágil, que soñaba leyendo Novelas de Amor. En su casa, había una pequeña colección de novelitas de bolsillo, de esas de Corín Tellado, y de otros autores Españoles. Eran novelas cortas, de no más de cien páginas, en cuya portada había imágenes dibujadas de la pareja protagónica. Editorial Bruguera las distribuía en Latinoamérica. Su madre siempre leía estas historias recostada en su cama, en las cálidas noches estivales. Ella había leído muchas, puesto que en sus años mozos, las novelas se cambiaban en los kioskos de revistas. Conservó las mejores para su colección. Ésas eran las que “Azucena” devoraba con sus ojos ilusos y románticos. Leyéndolas soñaba con su príncipe azul... y soñaba con el amor.
Tras esas cuatro paredes de Madreselvas, ella no necesitaba nada más para ser feliz. En casa había una colección de libros que comprara su padre y que ella tenía la esperanza de lograr leer algún día. Tenía un jardín variado, lleno de azucenas y amapolas, de rosas y jazmines, de milindros y clarines, de claveles y gardenias. Coleccionaba música y veía películas del cable. Hacía pasteles para Navidad y afanaba en la cocina largas horas haciendo mermeladas y panes de reyes. Así, transcurría su vida plácida y apacible... hasta que un día, su padre emprendió el camino, y la dejó.
Su madre, le buscó un trabajo para que no se deprimiera llorando la ausencia del padre. Ahí, a sus 19 años, conoció a un hombre, mayor que ella 16 años, casado, con hijos... que la miraba embelesado, que le cantaba canciones de amor y le susurraba piropos al pasar.
Un día, sus oídos escucharon por primera vez una declaración de amor. De esas que sólo había leído en sus Libros y Novelas de amor... y escuchó atenta lo que él le decía:
“Me gusta tu pelo... tus ojos... tus manos... tu manera de ser”. Unas palpitaciones extrañas la invadieron. No sabía qué eran... pero le gustaban, y empezó a enamorarse de aquel hombre. Y le permitió tocar sus pechos cuando la besaba (besos y abrazos no sacan pedazo decía su abuela), pero nada más le permitió, puesto que éste estaba casado, y ella, soñaba con llegar virgen al matrimonio. Y como con éste, no se pensaba casar, ni quería desarmar un hogar... se alejó de él.
Para ser el primero y enseñarla a besar, estaba bien. Su corazón joven sintió la lejanía, pero lo dejó marchar y siguió leyendo Novelas de Amor: “Las Mil y una Noches”, “Martín Rivas”, “Lo que el viento se llevó”...
Y apareció el segundo hombre de su vida: Un joven de su edad, estudiante de Ingeniería, con el que soñó llegar al altar... y como su propósito era la virginidad hasta el matrimonio, no concretaron su unión, a pesar de que más de una vez estuvieron casi a punto de culminarlo, pero ella siempre dijo “no”.
A causa de una mentira, se fueron más de tres años de relación al tacho de la basura. Y no es que no pudiera perdonar las mentiras, sino que le molestaba pillar a alguien mintiendo y que más encima lo negaran, eso sí que no lo soportaba. Podría perdonar muy bien a un mentiroso que reconoce sus faltas, pero no uno que lo niega rotundamente aún cuando es descubierto.
El día que lo despidió de su casa, quedo tirada en el piso, hecha un ovillo... llorando y sintiendo el frío de la vida. 25 años y ya se le pasaba el tren. Ella soñaba con un marido, con una casa, con hijos a su alrededor...
2.
... Y la consoló un hombre, también casado, más mayor que el anterior, del cual se sintió enamorada y comenzó un romance. Pero sólo romance, porque ella, de idea fija, seguiría esperando al hombre de sus sueños....
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“¿Y si no te casas nunca? ¿No vas a saber lo que es?" – ella lo miró a los ojos sobresaltada. No había pensado en esa posibilidad, así es que, aceptó arrancarse unas horas con él.
Con el anterior había aprendido juegos de seducción... había aprendido a sentir orgasmos vestidos los dos y había aprendido a sentir orgasmos con su lengua suave y húmeda. Aprendió a hacer sexo oral... y también a acariciarse sola y a disfrutar en soledad de sus orgasmos.
Cuando llegó a esa fría habitación con su amante, se sintió choqueada. El ver en medio de ese departamento para citas, una cama, le rompió el romanticismo. Así es que esa primera vez, el acto no se consumó. La siguiente vez fue en un motel. Pero ella se sentía nerviosa y presionada, así es que no llegó a soltarse. Él la desfloró con violencia y dolor y cuando todo terminó se sintió decepcionada. Tanta alharaca que había visto en las películas triple X y ella sólo había sentido un gran dolor, el que se repitió sucesivamente muchas veces más.
Aquel hombre, no mereció arrebatarle su virginidad. Ni siquiera puso atención a la pequeña mancha sanguinolenta y rosada que había quedado en las sábanas. Y tampoco valoró su entrega.
Esta relación duró unos años. Pero estaba desprovista de pasión.
A veces, ella le hacía sexo oral, pero él nunca se lo hizo a ella, así es que, dejó de hacerlo. Ese hombre tenía una experiencia muy pobre en cuanto a sexualidad, y tenía además un pensamiento muy retrogrado. Ella quería pasión, amor, delirio y fascinación... quería probar cosas nuevas, pero él, no la seguía. Ni siquiera había confianza para hablar de sexo. Así fue como poco a poco la relación se enfrió y murió. Lo dejó.
30 años... había esperanza, “Azucena” continuó leyendo Novelas de Amor: “El Pájaro canta hasta morir”, “Jane Ayre”, “Cumbres Borrascosas”, “Adiós al Séptimo de Línea”, “La Casa de los Espíritus”.
El aroma de las Madreselvas le harían borrar este amor.
Cinco años pasaron. “Azucena” estaba feliz con sus animales, sus flores, sus libros, su música y sus películas. Hasta que alguien asomó por la ventana. Su conversación a través de la pantalla la arrebataba de emoción, el corazón se le henchía dentro del pecho. Sin verlo, sin tocarlo... como un amor a primera vista, se enamoró y perdió la cabeza por ese amor. Se juntaron, se conocieron, se tocaron... y se amaron. Y aquel hombre le enseñó a hacer el amor. Lo anterior había sido sólo sexo. Esto era sublime. Se enamoró perdidamente. Y se entregó a él como nunca había imaginado. Sintió pasión y amor... sin pensarlo, ni cuestionarlo se dejó llevar, sin prejuicios y sin miedos, le abrió su corazón.
Pero aquel, no mereció lo que recibió y escapó antes de ver comprometido su corazón, antes de sentir la necesidad imperiosa de estar con ella. Se alejó y ella lloró... lloró amargamente, como nunca había llorado por un hombre, fueron días tristes y grises que paralizaron su vida... lloró desconsoladamente, de día y de noche... perdió el sueño y en sus noches de vigilia continuaba llorando... y lo añoró... y lo soñó... y se quedó en su corazón como el único hombre capaz de merecer su amor. A pesar del abandono, a pesar del tiempo que le negó.
Una vez un hombre le dijo: “pareces ser la mujer ideal” Y ella sintió el halago y pensó en su amor lejano que no quiso conocerla más allá y cuestionó su suerte. Todos sus romances truncos... todos cortados por la tijera del destino...
3.
Quería ser la mejor compañera, la mejor amante. A pesar de su poca experiencia en ese plano, no era tan ignorante, puesto que su capacidad de observación y su pasión eran un punto a su favor, además de la gran iniciativa que poseía. Pero para mejorar su labor de amante, se compró un par de libros que le ayudarían a conocer mejor a su pareja. “Kamasutra para el hombre: Cómo volverlo loco”, “El Arte del masaje sensual”. Estos libros poco le enseñaron, más aprendió sola, observando con todos sus sentidos atentos a las reacciones que desencadenaba con su boca y con su lengua en sus amantes pasados. Además, vio películas Triple X y ahí también aprendió.
35 años y vino un muchacho otra vez a consolarla... y comenzó un nuevo romance y una nueva luz le iluminó el rostro. Pero siempre conservando su recuerdo de su gran amor intocable en su pecho. Si aquel hombre la había amado como dijo, algún día volvería en nombre de ese amor.
Su nuevo amor era oriundo de otro país y vivía en otro país. Luego de una relación “encaminada”, ella compró una casa para recibirlo cuando viniera, compró una casa para formar un hogar con él. Y soñaba con prepararle deliciosos platos con sus laboriosas manos... leyendo “Como Agua para Chocolate”, se sintió identificada con la Tita, que se pasaba horas en la cocina. “Azucena” soñó un hogar con hijos, a quienes les leería cuentos de Walt Disney por las noches para hacerlos dormir, y les contaría historias de dragones custodiando las monedas de oro en la entrada de la cueva, y les narraría historias de príncipes y hadas... los llevaría de la mano por esos mundos que ella visitaba de pequeña. Y luego de dejarlos dormidos se ocuparía de su hombre, y le haría masajes para desestresarlo y recorrería su piel con sus manos y su boca.
Pero a aquel muchacho le faltaba madurez y ella se dio cuenta que él nunca vendría, que jamás dejaría sus raíces... y descubrió que no lo amaba, que todo había sido un espejismo, una fatamorgana que eclipsaba lo que no quería ver. Pensó que con esta relación le echó tierra a su antiguo amor, pero no fue así. Si se hubiese enamorado realmente habría dejado todo por este amor, así es que... terminó. Y sus sueños de compañero, de hogar y de familia se quebraron como se quiebra un vidrio golpeado por una piedra arrojada por un terrorista.
Y sintió necesidad de unos brazos, necesidad de compañía, no quería estar sola, no podía estar sola, estaba deprimida y triste, más que nada por la pérdida de sus sueños y de su anhelo de ser madre.
Ingresó a las páginas de busca parejas, pensando que ahí encontraría el amor, ese amor esquivo que no llegaba nunca, o que llegaba para irse prontamente dejándole sinsabores y un gran vacío interior.
Entonces, apareció Hombre 1, con el que pasó un par de noches y él se alejó, dejándole la primera decepción.
En esos días buscó al amor de su vida, y la ilusión revivió. Lo encontró y volvió a estar con él. Sólo una noche bastó para comprender que no lo había olvidado, que sabía que algún día volvería. Pero... él seguía siendo el mismo cobarde, en nada había cambiado y volvió a hacerse a un lado,
“no eres tú, soy yo – le dijo- soy y seré un solitario, no sirvo para vivir con nadie, así es que me alejo de tu vida para siempre”. Y volvió a dejarla, pero el dolor, ya no fue tan grande. Sólo se sufre la primera vez. Ahora entendía que la ilusión debía morir. Ahora mató aquella esperanza vana... lo dejó marchar y cerró la puerta.
Leyó “Fatamorgana de Amor con Banda de Música” y viajó por las pirámides de Egipto leyendo a “Cleopatra”, conoció su gran amor por Julio César... y supo como ella lloró la muerte de César y revivió años después al enamorarse de Marco Antonio. La vida era así, de penalidades y alegrías.
Su corazón sediento de amor la hizo tropezar con Hombre 2. El que fue su amigo con ventajas por un par de meses. Él tenía mucho trabajo y ella quería más tiempo, más presencia, siguió con esa necesidad de estar acompañada y como él no le daba lo que ella necesitaba, un día cerró la puerta y lo dejó fuera.
Por las páginas de internet contactó a Hombre 3, del que se sintió muy atraída. O era tanta su necesidad de afecto que la hizo ver muchas condiciones en él... era un hombre cariñoso y afectuoso... pero tenía un gran defecto: le "mintió”, desde el comienzo, y las mentiras conducen a nuevas mentiras y engaños, así es que, lo dejó marchar. No sin antes sentir un gran dolor en su pecho.
El amor debía existir, por lo tanto, se convenció de que si el que “busca, encuentra”, ella también encontraría...
4.
Talvez algo no estaba funcionando con ella. La última relación la dejó maltrecha. Decidió tomar distancia y no entregar tanto. Así, Hombre 4 la encontró. Era educado, preocupado y le doró la píldora durante 4 meses, tiempo en que la llamó casi a diario y más de una vez al día en horario de oficina. La llamó el 14 de febrero para desearle un feliz día del amor. Y le decía frases como:
“Si te hubiese conocido antes... tendría los mismo hijos, pero con distinta mamá”, “
me interesa proyectarme contigo”, “eres una tentación”.- “
Este es un juego –le dijo su amigo-confidente-
en el que ganas o pierdes. Si te entregas a él, habrá ganado y tú habrás perdido, y en ese momento ya perdió el interés por ti”“Azucena” no quería volver a perder. Hombre 4 era mujeriego, así es que debía irse con cuidado, aunque él le llenara la cabeza de piropos y buenas intenciones.
Siguieron pasando los días, hasta que sucedió lo que tenía que suceder, y él, automáticamente perdió el interés. Desapareció una semana, después de que la llamaba diariamente. “A buen entendedor pocas palabras”, ella adivinaba lo que él iba a decir:
“conocí una persona, y sentí algo muy fuerte” ¿Y ella? ¿Nunca hacía sentir cosas fuertes a nadie? Y sufrió otro golpe, otra decepción. Él quería que siguieran siendo amigos, pero ella pensó que si continuaba siendo su amiga, sería para que él viniera y la tomara cada vez que rompiera con sus romances de turno, así es que lo llevó hasta la punta del cerro y se devolvió sin él.
¡Qué hombres más tontos! – pensaba – No saben lo que se pierden, una mujer empeñosa, trabajadora, abnegada, que haría lo imposible por hacer feliz al hombre que estuviera a su lado... y ellos no lo veían, no lo valoraban y sólo veían lo superfluo.
La decepción la invadió, se puso a la defensiva, estaba cansada, agotada de buscar. Herida y dolida, cuando apareció Hombre 5, justo en el momento en que ella iba a borrarse de aquellas páginas que nada bueno le habían traído. Le molestaba que nadie se daba el tiempo de conocerla, de llegar al fondo de su ser, nadie era capaz de ver las virtudes que tenía, la fuerza interior y la alegría que tenía de vivir. Nadie vio que no era una mujer común, de esas que sólo se preocupan del pelo y de la ropa. Ella era más que eso, pero a nadie le importó.
Y Hombre 5 sufrió talvez las consecuencias de sus malas experiencias, y sin quererlo ella talvez lo maltrató inconscientemente aún cuando él era encantador. A pesar de que no se mostró muy convencida al momento de conocerlo... cuando lo vio y estuvo a su lado, algo despertó...
5.
Cuando conoció a Hombre 5, entendió las palabras del anterior, “sintió cosas muy fuertes” y extrañas... talvez las mismas que sintió algún día por otro ser.
Rehusó pasar una noche con él, por miedo, por temores... quizá lo pensó mucho y algunas veces las cosas no se piensan, sólo se hacen. Y le mandó mensajes de texto, los que él no recibió. Ella lo sabía puesto que nunca recibió la confirmación de “mensajes entregados”, entonces le escribió un correo y tampoco hubo respuesta. Lo llamó por teléfono y él no contestó.
Los mensajes de texto y las llamadas desde su celular podían no haber llegado a destino. La señal que utilizaba era pésima y más de una vez llamó a alguien y ese alguien nunca recibió su llamada. Lo mismo pasaba cuando la llamaban a ella. Su celular no sonaba, así que si él decía que no había recibido ni mensajes ni llamadas podía ser... pero los correos? Es dura de convencer. Trata de usar siempre la lógica... Las cosas para ella siempre tienen un porqué, una justificación, un motivo que desencadenó esa reacción.
Aquel hombre no la buscó y ella con sus tres intentos fallidos, dejó las cosas así. Apenas disfrutó de la corta euforia que sintió. El fuego le quemaba el pecho cuando pensaba en él y se arrepintió de no haber pasado la noche que le pidió. Bastaba sólo una noche para amarlo y saber que con él sería distinto... tenía experiencia guardada, sabía cómo hacerlo disfrutar y para ella era más importante lo que él sintiera que lo que ella misma pudiera sentir. Esa unión sería como la que vivieran Tita y Pedro, en el libro... y más grande que la que sintió por su olvidado amor. Perdió el apetito, cosa poco usual en ella, pero este hecho insignificante le demostraba todo lo intenso que sintió. Y esperó... esperó días enteros a que él se conectara al MSN y le hablara y la buscara, pero esperar así era un tormento, una angustia, una incertidumbre... y él no apareció. Así es que mejor dejó las cosas así.
Cuenta la leyenda que un día... limpiando las carpetas de su PC, encontró un archivo titulado “4 de Mayo”, lo abrió... y al abrirlo, salieron de él muchas mariposas de colores, de diversos tamaños, las que en sus aleteos expelían fragancias de magnolias. Las mariposas escaparon por la ventana que estaba abierta y se perdieron a lo lejos, ella las siguió con la vista y cuando volvió a la pantalla, leyó... y su corazón ya se le escapaba del pecho.
Pensó en mandar aquel archivo a la papelera, pero era tarde, las sensaciones se despertaron inesperadamente y las ansias renacieron. Y si mejor le enviaba un correo? Creyó que esa era una buena idea, así es que volvió a conectarse con esa casilla que ya no usaba. Que había sido creada con un propósito y al no existir el propósito fue olvidada y sólo abierta en contadas ocasiones. Llena de osadía, le envió un correo... pero debía ser un mensaje que lo remeciera, que lo despertara... así fue como un día él se conectó y la saludó... y su corazón dio un brinco que no pudo controlar. Sintió el fuego por dentro... no esperaba en realidad que él apareciera.
Ella había cambiado. En los meses de soledad se había replanteado su vida. Ya no buscaba formar una familia, ya no quería hijos... ahora buscaba compañía... caricias y afecto. Su vida era apacible viviendo sola, salvo algunas veces en que se sentía ansiosa y ganosa... él una vez le dijo que llevaba tanto tiempo viviendo solo que lo disfrutaba. Y a ella le pasaba exactamente lo mismo. Pero a veces tenía impulsos, deseos... que quería satisfacer con él.
¿Porqué tuvo que aparecer de nuevo y remover escombros? ¿Porqué le demostraba tanta indiferencia? ¿Acaso no querría él lo mismo que ella?
El silencio habla por si solo... y duele... y es cruel.
Cerró el archivo donde estaban sus palabras... escuchó un ruido que le hizo mirar hacia la ventana... eran las mariposas que volvían con sus aleteos de seda, cerró los ojos, inhaló la fragancia y apenas, pudo ver como las mariposas entraban al archivo. Entonces exclamó: ¡¡eso es!! - con los ojos iluminados y la sonrisa en los labios - ¡cuando abra el archivo... despertarán sus mariposas!
Así... cuenta la leyenda".