martes, marzo 25, 2008

La Virgen de Andacollo

Mi tía Ester es hija de la hermana de mi tía Haydée. Ester y Haydée son de la misma edad. Se criaron juntas y comparten muchas vivencias. Tía Ester hace manualidades. Es monitora en la Municipalidad e imparte clases de crochet, lanigrafía, bordado, cerámica en frío, tejido y muchas técnicas más.

Ella es ferviente devota de la Virgen de Andacollo. Tía Ester hace sus ruegos a la virgen y cuando la virgen le concede los favores, mi tía viaja hasta Andacollo a pagar sus mandas.

Hace años que tía Ester tiene una manda. Yo no sé lo que habrá pedido. Pero sé que mientras ella pueda y las fuerzas le den, confeccionará 30 muñequitas de trapo para entregarlas a algún jardín o colegio de niñitas de escasos recursos.

Cuando fuimos a Andacollo en el verano, en nuestro paseo obligado (porque mi hermano y mi tía también son fervientes devotos de la virgen, y cada vez que viajamos la vamos a visitar para darle gracias), la fuimos a ver. En esa oportunidad mi tía llevó sus muñecas para entregarlas, pero, como era época de verano, no quisimos dejárselas al cura, puesto que mi tía Haydée le dijo a tía Ester que si se las dejaba al cura, el cura lo iba a tomar como una ofrenda a la virgen y no se las entregaría a las niñitas pobres. Convencida mi tía Ester decidió guardarlas en la casa de Coquimbo y volver allá cuando empezaran las clases.

Así, la semana pasada partieron las dos hacia Coquimbo a cumplir con lo ofrecido. Viajaron hasta Andacollo y se presentaron en el colegio elegido en esta oportunidad. Mi tía Haydée iba sacando las muñequitas del bolso y se las pasaba a tía Ester para que las fuera entregando a las niñitas una por una.

Mi tía Ester me contó después (cuando llegamos a Coquimbo con Iván el jueves por la noche), que había sido tan emotivo ver como las pequeñas recibían la humilde muñeca y la arrullaban con ese instinto maternal que sólo tenemos las mujeres. Algunas niñas, se las acomodaban sentándolas en sus piernas. Tía Ester se sintió satisfecha al ver la alegría de esas niñas dibujada en sus rostros.

Muy contentas las dos se alejaron del colegio. En eso le pregunta mi tía Ester a mi tía Haydée, - ¿cuántas muñequitas me quedaron? – ¡siete! – dijo mi tía. “ya – dijo la tía Ester – entonces voy a hacer las 23 que faltan para completar las 30 que tengo que traer la próxima vez”.

Ya se disponían para regresar a Coquimbo cuando a mi tía Haydée se le ocurre pasar por la Iglesia primero, para despedirse de la virgen, y cual es la sorpresa para mi tía Ester al ver que justo en la iglesia, había un grupo de niñitos provenientes de un jardín infantil, rezándole a la virgen. Entonces mi tía Ester le dice a mi tía Haydée “pásame las muñequitas para entregárselas a estas niñitas”, fueron sacando las muñecas y entregándolas a las niñas cuando con asombro comprobaron que justo eran ¡siete niñitas!

Mi tía Ester se emocionó mucho, porque ella atribuyó el hecho, a que la virgen no quiso que se llevara de vuelta las muñecas. Puesto que la manda, era entregar 30 muñecas a las niñas pobres y no 23 como había hecho. La virgen puso esos niños en la Iglesia, para que así mi tía pudiera cumplir con su promesa.

Yo no sé si la virgen realmente escucha sus súplicas, no sé si fue coincidencia o no, pero sentí que ese jueves santo algo había sucedido. Yo lo atribuí a un milagro. A que verdaderamente la virgen escucha y reclama por lo que le pertenece.

Y esto me deja una lección a su vez. Que yo también tengo que cumplir con lo que le prometo o le ofrezco a la virgen. Porque a veces le ofrezco dinero y después no le cumplo, y yo me siento mal por eso, pero a la vez pienso que ella entenderá mi situación financiera. Mmmm, parece que tendré que idear otra forma de recompensar los favores concedidos. Talvez podría llevarles queques de Pascua al curso que elija mi tía Ester y así yo también me sentiría satisfecha de colaborar de esa forma con la causa divina. Mi tía Ester ya lleva tres años regalando muñequitas y las confecciona con gran sacrificio. Estoy segura que ese esfuerzo de alguna forma será recompensado. Admiro a mi tía Ester. Ella sí que tiene un corazón de oro. Cualquiera no ejecuta este tipo de obras.


P.D.: Mi tía Ester me dijo que parece que iba a tener que crear algún muñequito como Superman o el Hombre Araña para regalarles a los niñitos, porque hubo un pequeñito que se puso a llorar desconsoladamente porque no le dieron muñeca.

miércoles, marzo 19, 2008

Al límite

Esto no tiene nombre. Ya sobrepasó el límite de mi paciencia. Si no me estresa la situación laboral, las preocupaciones del trabajo, me estresa el medio de transporte.

Hace un tiempo que dejó de existir el bus Pullman que habían creado y que estuvo vigente hasta el 28 de diciembre. Mientras funcionó yo estuve feliz pues viajaba cómoda y tranquila. No tenía temor de quedarme abajo porque habían muchos buses. A veces había que hacer una fila que tampoco era muy larga y avanzaba rápido. El Pullman sólo llevaba pasajeros sentados. En invierno me iba abrigadita con la calefacción, y cuando llovía tampoco tenía drama. Pero desde que se acabó y llegaron los “otros” buses el servicio decayó y se estropeó. Volvió la gente a irse hasta en los techos de las micros y las filas se volvieron largas y lentas. Sólo un día probé irme en ese recorrido y con eso fue suficiente para darme cuenta lo ineficiente que es (y lo sigue siendo).

Entonces, como el perro arrepentido, con la cola entre las piernas volví a mi antiguo recorrido. El B12 y el Troncal 303. En 7 meses de ausencia no había mejorado mucho que digamos. Las micros locales seguían pasando a lo lejos, pero nunca tanto como al principio (que tenía que esperar hasta una hora para que apareciera la micro). Hoy en día se demora 45 minutos como mucho, pero lo normal son 20 minutos.

El viaje de ida para el trabajo no es dificultoso porque la Troncal 303 tiene varias micros (como al principio, que se las quitaron y se las pusieron, hasta que finalmente la dejaron con máquinas suficientes). Aquí quiero hacer mención a que el Ministro dijo que iba a crear recorridos nuevos. Lo que en cierta forma ha sido verdadero. Ahora tenemos 2 recorridos más, que no son suficientes, pero que están. PERO... nadie a notado seguramente, que para “habilitar” estos nuevos recorridos, han quitado micros a otros. Como es el caso de la 303 “c” que ya no existe y que en su lugar está la 314 ¿dónde está lo nuevo? Sólo hubo un “cambio”. El recorrido 315 sólo funciona como “e” y pasa tarde mal y nunca (en horario pick obviamente), así que tampoco podemos considerarlo como un avance.

Talvez peco de peladora pero curiosamente el recorrido 303 “e” que tenía muchas... varias máquinas, actualmente tiene 8 o 9 máquinas. Si consideramos que 5 vienen y 4 van es insuficiente. Y prueba de lo que digo es esta fila que demuestra todo lo que tengo que esperar, a pleno sol, a plena lluvia, a pleno frío en espera que las máquinas lleguen. He tenido que esperar 45 minutos para subir a una máquina e irme decentemente sentada. Soy de las que me gusta irme sentada porque no me gusta que me pasen a llevar. No me gusta estorbar la pasada, ni que pasen cuerpos rozando el mío. La fotografía muestra dos filas, la larga es para los pasajeros que quieren irse sentados y la corta son los pasajeros que se van de pie.

Toda esta semana he intentado hacer de otra forma la ruta. He tomado el metro hasta Zapadores y ahí he esperado la 12, pero la demora ya me fastidia. Ayer, empecé el recorrido a las 18:35 y llegué a mi casa a las 20:45. No pude tomar la primera micro que demoró media hora en pasar y se llenó... tuve que tomar la siguiente, que llegó a los 10 minutos, pero que igualmente demoró demasiado.

Más de 60 personas (me tomé la molestia de contarlos), esperaban ayer en la parada. La gente espera con resignación pero al primer momento suelta toda la rabia que lleva dentro. Al primer roce le echa la caballería encima al del lado, eso no me parece digno. Sería bueno que el Ministro renunciara a su cargo puesto que dijo algo que no cumplió y que por lo demás él no utiliza y por lo tanto, no lo afecta. Por consiguiente, que el resto se las arregle como pueda. Yo quiero subir a la micro como antes, irme sentada en micros no tan llenas. Tampoco puedo negar que el Transantiago me acorta el tiempo de viaje. Es la espera la que molesta, esa demora hace que la micro se llene al tope y eso es lo que nos tiene choreados. Pero de que llego en 15 minutos a Quilicura por la autopista, ese es un hecho y es algo loable. En eso sí es bueno el sistema. Pero todavía faltan muchas micros. Quizá ya nos quedemos con los recorridos que hay, pero pónganles más máquinas. Eso es todo lo que pido.

martes, marzo 18, 2008

La arañita

"Si te pica esa arañita
Te vas a poner a llorar.
Yo corriendo ire pa’tu casa
Para poderte consolar.

Yo no quiero que a ti te pique
No me gusta verte llorar.
No debieras jugar con ella
Pa’que no te vaya a picar.

Ay ay ay la arañita te va a picar.
Ay ay ay, y vas a ponerte a llorar".

La Arañita (Sonora Palacios)

Esta canción era uno de los tantos himnos que se ejecutaban cuando había reuniones familiares y fiestas en mi casa (actual casa de mi tía). Mi papá tenía un Long Play de la Sonora Palacios y en cada festividad, ahí sonaba su único disco cumbianchero. Crecí bailando a la Sonora Palacios. Me sé de memoria todas las canciones que trae el Long Play, y ahora tengo el Cd.

Para mi, no es fiesta, si no hay cumbias de la Sonora. ¿Será porque me gusta bailarlos? ¿será porque a todos los bailes les meto el mismo ritmo de la cumbia? ¿será porque no sé bailar otra cosa? No sé. Lo único que sé, es que escuchar la Sonora es como tener a mi papi a mi lado. Bailando conmigo, con su sonrisa de oreja a oreja adornada con su bigote. La Sonora me trae alegría y a mi papá le encantaba. Todos los sábados y domingos él escuchaba su radio a todo volumen con las cumbias... también le gustaba Giolito “cómo pica la machaca, la machaca como pica”, “mira ese barco entrando en la bahía, ahí se va, se va la novia mía” y Luisin Landaez “la piragua, la piragua, era la piragua de Guillermo Cubillos” .

Creo que mi taita era picado de la araña. Picado de la Araña es la persona alegre y dicharachera... esa persona que la revuelve en las fiestas, que arma los bailes, que cuenta chistes y echa tallas... y que es un poco coqueto. Mi padre era así. Y creo que los tres hermanos lo hemos heredado en cierta forma. Los tres somos risueños y tenemos buen sentido del humor. Claro que yo soy la única que armo las fiestas en la casa.

Quise empezar con esta pequeña introducción sólo para contarles que tengo una visita en mi oficina. Vaya, no les he contado que ahora trabajo sola. Es decir, la muchacha que me acompañaba en mi ofi, se fue a fines de enero (encontró algo mejor y renunció). Así es que mi oficina ahora de nuevo es sólo para mí (y Moisés que me acompaña). Bueno, la visita que tengo es una arañita.

Yo no les temo a las arañas. No las mato. Sólo mato una que otra que me parece sospechosa. Una vez dijeron que las arañas de rincón corrían rápido. Entonces si veo una araña que arranca como flecha la mato altiro no más, sin miramientos. Pero cuando es lenteja para sus cosas la dejo vivir tranquila. Esta araña está desde el viernes y parece que estuviera invernando porque no se mueve para nada. La dejé porque es araña tigre ¿le vieron sus patitas rayadas?

Me acordé que una vez que fui a la casa de mi tía. En el baño había una araña manca. La pobrecita daba pena como se movilizaba sin su patita. Yo la vi varias veces, después no sé pa donde se fue. Capaz que se haya cambiado de casa.

Mi visita como dije no se mueve para nada. Y todo aquel que entra a mi oficina la ve y me dicen ¡¡una araña!!! y yo tengo que decirle ¡NOOOOOOO me la maten! Entonces empieza un diálogo con las personas que vienen y resulta que ahora nadie mata arañas. Ahora todos saben que las arañas tigre se comen a las de rincón. Eso me da gusto. La cosa no es matar bichos porque si no más. Yo por ejemplo, dejo tranquilas a las hormigas, siempre y cuando no me invadan, porque en cuanto las encuentro en mi cocina, hasta ahí no más llega la tregua, tomo el insecticida y las mato a todas... y por frescas y desobedientes las sigo hasta su madriguera para matarlas... pero si en cambio no entran a mi casa y se mantienen a raya, están autorizadas a andar libremente por mi jardín jejeje.

En general no temo a los bichos. Ni a las abejas le hago el quite. Porque sé que si no las molesto ellas no me harán nada. Lo que sí no soporto son los zancudos. Esos sí que los mato aunque no me hagan nada, aunque estén recién inspeccionando el terreno para morderme, altiro no más los mato. Es que parece que tengo sangre dulce, porque ellos me adoran. Como será que a veces en las noches tengo que poner ese enchufe con insecticida porque ellos me faltan el respeto y se me lanzan encima en piquero...y me muerden.

Podría hablar largo rato de los bichos pero ya se me acabó la hora de colación. Así que hasta aquí no más lo dejamos. Este era un pequeño paréntesis para que supieran que estoy bien y que estoy tranquila esperando la carroza jajajajaja... y que a la vuelta del fin de semana Santo, me pondré de lleno a buscar trabajo. Lo otro, con esta entrada ya llevo 100 post!!!!! Premio para el primero que comente.

lunes, marzo 10, 2008

Siguen las preocupaciones...

¡Uy! Todavía estoy muy atrasada con sus post. Paciencia, ya llegaré a leerlos. Ahora les voy a contar algunas cosas.

La Institución en donde trabajo, está que se va a la quiebra. Los últimos meses me han pagado sólo “abonos” de sueldo. Lo que ellos denominan como “anticipos”.

Cuando me fui de vacaciones me fui con un abono de 100 lucas que no me alcanzaba ni pa pagar mi dividendo. Suerte que tengo a mi tia Haydecita quien me lo paga y después arreglamos cuentas. Suerte que tengo a mi hermano Iván que me regaló 30 lucas (para las vacaciones – aparte del regalo de Navidad), y con esto y otros dineros ahorrados pude cubrir parte de mis deudas. Lo mismo he hecho este mes. La cosa está horrible y me da lata haber esperado este momento para decidir volver a estudiar.

No quiero estudiar una carrera Universitaria porque para eso no me alcanza. Quiero hacer cursos de capacitación que me ayuden a complementar más lo que tengo. Ahora que lo he decidido quiero estudiar de todo un poco. Porque soy así, me gusta todo y no me decido por nada. Claro que con la situación financiera de estos momentos me resulta imposible. Al menos el que lo haya decidido ya es un paso hacia adelante. Cosa que antes no quería, ni pensaba. Estaba cerrada absolutamente a esa posibilidad. Hoy lo veo distinto y quiero hacerlo (en cuanto me estabilice).

He dicho que fui mala alumna en el colegio, corrección... mala no, pésima, esa es la palabra correcta. Pero cuando estudié Secretariado en el Manpower salí con “Distinción Máxima” y estuve entre los cinco primeros lugares.

Cuando hice el curso de Operadora Telefónica en Chilesat, fui la primera de un curso de 80 personas, con un 99%. Entonces pensé que soy capaz! Que puedo hacerlo y que es pura cosa de decidirlo y en ello me incentivó mi amiga Margarita (compañera de trabajo) y mi querido amigo Xar.

Los planes de ampliación-cocina quedaron en la fila de espera (en una de esas si me organizo mejor y me aprieto más el cinturón capaz que igual lo pueda concretar).

Eso es todo con respecto al trabajo.

El viernes pasado anunciaron lluvias en la tarde. Qué rico, el calor me tenía apestada. Amaneció ese día con nubarrones muy negros, pero a medio día casi se despejó (en el centro). Y creí que el pronóstico de nuevo había errado.

Cuando Moisés llegó de la calle me dijo: “prepárate guachita porque se va a largar a llover”. Nos asomamos por la ventana y ahí estaban las primeras nubes cargadas de agua. Menos mal que fui con zapato cerrado. Me llevé por si acaso mi paraguas que tengo en la pega, y me puse en la fila, en espera del Transantiago. Como viernes la fila era más corta que de costumbre. Sólo tuve que esperar que llegaran 2 micros. En la segunda me subí y ya empezaban a caer las primeras gotas. La micro partió echa un cuete y la lluvia se desencadenó con violencia. Yo pensaba en esa pobre gente que quedó en la fila esperando locomoción.

La lluvia lavó las ventanas y empaño los vidrios por dentro pues las ventanas iban cerradas y la micro iba al tope de gente. En eso empecé a deleitarme mirando como los árboles se volvían más verdes con sus hojas lavadas. El cerro Renca se veía más café y yo feliz pensaba que este año iba a disfrutar mucho del otoño, porque la autopista tiene a sus costados empresas cuyos prados están llenos de árboles, sobre todo de Liquidámbar, los que pronto empezarán a pintarse de rojo y amarillo. En eso pensaba cuando nos metimos en un atochamiento que nos demoró 45 minutos. Y la lluvia paraba y caía. El cielo se iluminó de relámpagos y comenzó a oscurecer.

Me bajé de la micro viendo como las mujeres con sus trajes claros (de verano), se empapaban en segundos. Los hombres de terno y corbata se mojaban resignadamente, y yo ahí con mi paragüitas (eso porque soy precavida y tengo 4 paraguas, dos en casa y dos en el trabajo). Igual llegué a resguardarme bajo el alero de la parada, que estaba repleta de personas. El agua caía en balde, formando una cortina gris y haciendo grandes globos al chocar las gotas en el suelo. Hacía frío. Me empapé los pies y con horror veía que mis zapatitos estaban totalmente mojados. Mis bastillas de los pantalones también. El paraguas sólo me protegía la cabeza y algo más y la lluvia se tornaba violenta e irónica ¿déficit tenían? ¿sequía? Llovía a cántaros y relampagueaba iluminando toda la calle. El caudal del agua de las aceras creció sobremanera y la gente al bajar de las micros tenía que pisar obligadamente en el agua (porque los choferes no están ni ahí con dejarlos cerca de la vereda para que no se mojen los pies). Y pasaba y pasaba la hora y la segunda micro no aparecía, claro, en esos momentos brillan por su ausencia, si parece que todas las micros habían quedado en pana, no sé qué sucede en días de lluvia parece que se echan a perder todas al mismo tiempo, no sé a qué atribuirlo, pero yo tenía frío. Me había puesto una blusa de manga corta y una casaca delgada que me traspasaba el frío. Después de esperar en vano más de media hora me fui a la otra parada y ahí tomé otra micro que me dejaba cerca de mi casa. La lluvia había amainado. Me subí pensando qué haría en el invierno ahora que no había servicio de Pullman como el año pasado. Finalmente me bajé de la micro y caminé hasta el negocio. No había pan, se había terminado, si ya eran las nueve de la noche imposible que hubiera. Por suerte me quedaban dos panecillos en casa. Así que en cuanto llegué me preparé un café y me metí en la cama a ver el noticiero. Apagué la luz temprano porque la lluvia había comenzado de nuevo y quería escucharla caer. Así me dormí.

El sábado desperté a las nueve. Estaba medio nublado. Me hice el desayuno y me lo llevé a la cama. Me puse a tejer con mis niños a los pies y cuando vi sol me levanté. Tenía intención de flojear en la cama pero sólo si estaba nublado. Me duché y me puse a hacer mis cosas. Estaba echando ropa en la lavadora cuando escucho un ¿alo? Me asomo a la puerta y veo un muchacho “Buenos días, le traigo un presente por el Día Internacional de la Mujer, se lo envía la Sra. Carmen Romo, Alcaldesa de Quilicura y le desea que tenga un lindo día”. ¡Uy! Yo con una sonrisa de oreja a oreja recibí un clavel rojo que me entregó. Lo puse junto a mis manzanillones blancos. Sin duda era un día diferente.

Y así me pasé el día ordenando mi colección de Cactus y jardineando. Podé el árbol de la vecina y podé mi bougambilia, también desenterré mis Amarilys para plantarlos en otro lugar. Le tomé fotos a mis cactus.


Había uno florecido, ese que se llama “Estrella de Mar”, se llama así porque tiene olor a mar, es decir a pescao...


y prueba de ello es que pillé a mi hijo Horacito tomándole el olor a la flor. Suerte que no es carnívora, sino le habría atrapado su naricita jajajajaja.



También cociné. Tenía deseos de comer cazuela de pollo con chuchoca e hice pan amasado. Aseé la casa, recogí los duraznos que me regala el árbol del vecino de los pies y los eché a cocer para hacerlos jugo (me faltó el puro mote). De paso les cuento que ya me he hecho tres jugos, porque se caen de a cinco duraznos diarios. Son chiquitos, peludos de esos blanquillos. Así que yo los recojo y los voy juntando para echarlos todos juntos a cocer.

Y me di cuenta que ya empezó la gente floja, que no le gusta barrer hojas, a podar sus árboles y así vi cargado a este pobre caballito. No hay caso con la gente. Creen que con la primera lluvia se va el verano y podan altiro los árboles, después no van a tener donde refrescarse.

Es todo por ahora. Tengo harto que hacer y poco tiempo para leer. Besos para todos.